Taberna Casa Bravo

Como cuenta Elena Rojano, actual propietaria, en 1914 se reforma el salón y se le añade el mosaico de mensaque que todavía se puede ver hoy. Esa obra tiene una peculiaridad, y es que parte está hecho con plomo, algo que quedó prohibido en los años 40 del siglo XX. Eso lo supo Rojano al intentar restaurar algunas partes y que los colores no coincidieran exactamente. Y es que el mismo motivo ornamental se hacía ya sin ese metal pesado, que aportaba matices diferentes y sin duda más dureza.

Tras esa reforma y diversos avatares en 1917 se abre ya como taberna. Al frente estaba Paco Bravo. Se convierte en lugar habitual de reuniones y tratos, además de una de las muchas tabernas a las que fue Manolete. En el año 1970 se cierra.

Se reabre en 1992, ya que el padre de Rojano se entera de que la venden. La abuela de Rojano era Manolita, que tenía justo en la Puerta de Almodóvar una de las tiendas de souvenirs más antiguas. El caso es que aquí se produce una casualidad. Los dueños del inmueble se lo querían vender a alguien de Córdoba. Y jugó a favor de los actuales propietarios que tuviesen un Bravo entre los apellidos. Coincidencia que hizo que se decantasen por ellos. Y es que el padre se llama Andrés Rojano Bravo.

Y así desde 1992 se convierte en lo que hoy conocemos como Casa Bravo, una taberna con solera donde hay dos trayectorias separadas por un paréntesis. Primero están los padres, el mencionado Andrés y Carmen Soriano García, junto a su hija hasta el 2005. Luego lo alquilan durante 10 años a varias personas relacionadas con la cercana Casa Pepe Salinas. Y en el 2015 vuelve ya Elena Rojano con su marido, Juan Antonio Jiménez Calonge, que en ocasiones durante años anteriores ya había echado una mano.

La diferencia entre ambas trayectorias es que en la primera etapa el lugar se consolida como taberna tradicional que sigue la estela de su historia. Ya con Rojano, que sería elegida Señora de las Tabernas en 2020 , se amplía la carta siguiendo el mismo patrón. «Mi madre dice que estoy loca, pero donde teníamos cuatro tipos de croqueta yo pongo 16, donde había callos tengo siete platos más de casquería, y si ella no hacía arroces yo sirvo cinco tipos».

De esta forma la carta del lugar es muy amplia y se destaca precisamente por el propósito de rescatar las recetas de casquería, aunque cuenta también con un largo surtido de propuestas de pescado y carne, además de los principales platos cordobeses y de tapeo andaluz o español.

Pero además Casa Bravo es lugar de encuentro para las tertulias de siempre, muchas de ellas convertidas los lunes en actuaciones flamencas improvisadas, y por las que han pasado artistas ilustres, como El Pele, que ha cantado en varias ocasiones.

Alrededor de sus vinos de Montilla, desde los de crianza hasta los tintos, Casa Bravo es de las pocas tabernas, bares o restaurantes de la Judería que todavía cuenta con sus parroquianos de siempre conviviendo en perfecta armonía con el turismo de la zona.