Isabel Pantoja, ministra de empleo
La artista lleva años soportando que, quienes han formado parte de su círculo más cercano, la critiquen a cambio del maldito parné
Está acostumbrada a que intenten apagar esa estrella que pesa tanto. Sin embargo, a Isabel Pantoja todavía le duelen los dardos que lanzan quienes han formado parte de su círculo de afectos. Esos que, incluso siendo de la familia, la critican ferozmente a cambio ... del maldito parné. No solo no atienden a su dolor sino que lo magnifican en los medios. Les da igual que la persona que se esconde tras la artista lleve años arrastrando una depresión. Poco les importan sus problemas aquellos que dicen que la quieren pero que aprovechan cualquier coyuntura para hacer leña del árbol caído.
Pantoja es ministra de empleo. No me extraña que haya bajado el paro porque Isabel lleva años siendo el hilo invisible que une dinero y sed de fama. Buscan, atolondrados y desbocados, un titular al que agarrarse para seguir apuñalando a quien les da de comer. No hay medida ni descanso, solo ambición y falso desgarro.
A pesar del dolor que arrastra y que se percibe cuando Pantoja se quita las gafas oscuras y permite mirarla a los ojos, ella prefiere guardar silencio. Y podría hablar, quitar caretas y rendir cuentas. Tiene argumentos suficientes para tumbar a quienes la señalan, inclementes, desde hace décadas. También a esa sangre de su sangre que dice querer una reconciliación mientras devora, caníbal y despiadado, la mano que tanto le ha acariciado y querido.
Porque no solo es juntar palabras formando frases propias de Coello, sino demostrarlas. Creer en lo que se dice y asumir las consecuencias de hechos pasados y entonar el mea culpa. Recuperar la confianza es cada vez más difícil, sobre todo porque hay satélites peliteñidos que agitan, fomentan y aplauden el enfrentamiento. Es lógico, porque para recibir la paga del ministerio Pantojil, hay que encomendarse al diablo, desvestir la realidad y perfumarla de mentiras, medias verdades y mucho odio.
Ver comentarios