Manuel García Castellón, el juez que está de vuelta y ha sido señalado por Rufián

No vio a Dolores de Cospedal involucrada en Kitchen -aunque sí a Jorge Fernández Díaz y su cúpula- ni a Esperanza Aguirre en Púnica -pero sí a Francisco Granados- y le dieron la razón. También vio a Pablo Iglesias maniobrando a costa del caso Dina y su tesis no prosperó. Pero era la suya, al fin y al cabo.

Todas estas decisiones le granjearon críticas casi más severas que las que ahora recibe por llegar a la conclusión de que organizar disturbios graves en las calles puede ser terrorismo. No es nuevo en esto, tampoco gustó a todo el mundo que en su día sentase en el banquillo a Mario Conde por Banesto.

Noticia Relacionada

El CGPJ admite la petición de amparo del instructor del caso Tsunami, víctima de 'lawfare'

Nati Villanueva

Por cinco votos a dos, la Comisión Permanente ve «elementos suficientes» para considerar que los ataques a García- Castellón pueden perturbar su función jurisdiccional

Pero el ecosistema ya no es el de 1993, cuando aterrizó en los juzgados centrales de Instrucción al mudarse Baltasar Garzón al PSOE. Tampoco el de 2017, cuando volvió tras siete años ejerciendo de enlace -en Francia primero y en Italia después- a la vacante de Eloy Velasco. Los políticos aún respondían con la frase de «absoluto respeto a las resoluciones judiciales» sin atacar en abierto al juez que las firma. Tampoco había Twitter.

Con 71 años, el tiempo que le resta en la Audiencia Nacional se cuenta ya en meses. Ha pedido amparo al CGPJ después de que hasta un secretario de Estado le acusase de interferir en los pactos de investidura y ha seguido con la instrucción del caso Tsunami pese al recurso del fiscal. A ratos devora la 'Historia del Mundo Antiguo' de Susan Wise y, cuando puede, se escapa con la moto de gran cilindrada que pilota. Porque García Castellón, si ve algo, lo ve. Y porque este juego ya se lo ha pasado.