Las Torres de Villaverde: cuna de dos generaciones de aluniceros millonarios

Tras la aclaración («Venimos a hacer un reportaje sobre las Torres de Villaverde y todo lo que se comenta de esta barriada»), uno de ellos, el más lanzado, espeta: «Mira la de mierda que hay aquí. Está todo sucísimo, eso es lo que tienes que contar».

Por si no había quedado aún claro, los periodistas no son bienvenidos a la cuna de los aluniceros, esos delincuentes de a 200 por hora que revientan escaparates de comercios y que nada tienen que ver con la imagen 'romántica' de la última serie sobre ellos que arrasa en una plataforma. Se quejan de la cochambre que hay en las zonas verdes, y no se equivocan. Está todo lleno de sospechosos papelillos, pero acto seguido, cuando se les pregunta a qué se dedican (además de a desayunar cerveza con porros), otro de los ocho amigotes recita, señalando a cada uno de sus colegas con el dedo: «Barrendero, barrendero, barrendero, barrendero, barrendero, barrendero y barrendero». Y tú, barrendero también, claro. «Sí, barrendero».

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Doble o nada: ¿qué hay sobre los aluniceros? «¿Qué aluniceros dices?». Es obvio que deben de conocer al 'Isma' (Ismael Arriero Valcárcel, también conocido como 'el Troll', por su aspecto físico). «¿De qué Isma me hablas? El único Isma del barrio es el del chino de la otra esquina», responde el que lleva la voz cantante, mirando la esquina del teléfono móvil que sobresale del bolsillo de uno de los periodistas.

El origen de los aluniceros tiene nombre y apellidos propios; barrio; y fecha de nacimiento. La de defunción parece aún lejana. A finales de los años 90, una familia, los hermanos José Antonio y Leopoldo Lázaro Rodríguez. En la actualidad cuarentones, mamaron el arte de los 'choros', los de los primeros en llegar al Romancero Gitano, el poblado luego conocido como Plata y Castañar: unas callecitas de casas bajas que en 2005 fueron tiradas por el Gobierno municipal de Alberto Ruiz-Gallardón, y cuyos inquilinos, en su mayoría, fueron realojados en las Torres, que están justo al lado. En la calle de Potes y en la de Puebla de Sanabria.

Tras 25 años de actividad delictiva, ABC ha conseguido poner, además, rostro a los creadores del método del alunizaje, los hermanos Lázaro, como puede verse en dos capturas tomadas durante robos en la página de la derecha. De los atracos callejeros de aquella época, aprendieron lo fácil que era robar un coche. Y que aún menos complicado aún era empotrarlos en bares, tiendas de telefonía y, luego, las boutiques y joyerías más exclusivas de la Milla de Oro.

Pronto, salieron de las Mimbreras los cuatro hermanos Bote Vargas, que casi rivalizaban con los Lázaro en quién robaba más y mejor. Y allí, en Villaverde, echaron los dientes Jonathan Moñiz Alcaide, 'el Piojo', y F. J. S, 'Niño Sáez', que con el tiempo se convirtió en el más famoso de las noches de rueda quemada de Madrid. El primero creció y se atrincheró en el Ventorro de la Puñalá; el Sáez, como también se le conocía, se mudó a la zona de Puerta del Ángel. La misma donde se rodó 'Sin tetas no hay paraíso' y donde le frieron a tiros el 14 de mayo de 2017 dentro de un Smart. Paradojas de la muerte.

Estos dos últimos inauguraron, ya en los primeros 2000, la segunda generación de aluniceros, dentro de la que muchos acabaron asesinados, en prisión o metidos a butroneros cotizadísimos y en negocios de vuelcos de 'droga'. En la primera gran operación de este tipo, en 2005, bautizada Bravo, se descubrieron patrimonios de 50 millonos de euros, valores en Bolsa y viviendas de lujo compradas en la costa de Marruecos, muy cerca de donde veranea Mohamed VI.

Uno de los supervivientes del clan del Niño Sáez es uno de los históricos de las Torres de Villaverde, el mencionado Troll. «Le vemos de vez en cuando ir a visitar a su madre, en uno de los bloques de la calle Potes, pero ya no vie aquí«, manifiesta un policía nacional que se conoce Villaverde mejor que su propia casa.

«La cosa ya no está tan mal como antes. Es más, los aluniceros del barrio no delinquen en el distrito. Lo cierto es que que el Troll es de la estirpe de los Arriero, del antiguo Plata y Castañar; él mamó lo que mamó en su casa. Ese es un clan de mercheros entre quienes había 'choros'. Y, como en este caso, están pasando ahora de padres a hijos, y de hijos a nietos, la práctica delictiva que tan bien manejan», añade.

Era una época en la que asaltaban un traíler entero con ropa de marca o los primeros 'smartphones' y se los llevaban al barrio, para vendérselos a sus vecinos e incluso regalar los que les sobraban. Eso ya no ocurre.

«Son pisos humildes, de precio bajo [aunque tienen una media de 100 metros cuadrados construidos], por lo que mucha gente con pocos recursos y que nada tiene que ver con la delincuencia se han mudado allí. Ahora, lo que sí hay, son plantaciones de marihuana». Eso sí, reconoce la fuente que en el descampado donde estaban las casas bajas siguen quemando los coches que roban y que utilizan los nuevos aluniceros para dar sus 'palos'.

Ese era el pan diario en los años más duros. Otro experto que se conoce con nombres y apellidos a toda esta 'aristocracia del barrio', que cantaba Serrat, resume la parte más complicada de las Torres de Villaverde con tres palabras: «Un nido de aluniceros». Confiesa que resulta imposible infiltrar a policías en lugares como ese, «porque se conocen todos entre sí».

En la actualidad, lo último que se conoce de los hermanos Lázaro es que fueron investigados hace unos cinco años, cuando se dedicaban a reventar colegios de Pontevedra, La Coruña y Santiago de Compostela, «porque hay mucha pasta metida ahí». Además, alguno de ellos también cumplió condena en Alemania. «Tienen mucha ruina encima», enfatiza, al hablar de los pioneros.

Al Niño Sáez, igual que del Pimiento, Carlos Jarry y alguno más se los llevaron los calibres 38 y 9 milímetros, como quien se lleva a un animal en un arcén. El Piojo, tras escaparse del penal de Valdemoro con su hermano Miguel Ángel en diciembre de 2020 y ser engrilletado dos meses después de la fuga, le toca comerse talego bastantes años más. Como algunos Bote Vargas.

El Troll es el que sobrevive. Junto al Libanés, mano derecha de Sáez, fue detenido hará un par de años por el asalto a una carga de millones de euros en teléfonos móviles. Entre sus hazañas, se cuentan tres especialmente. La primera, personal: el día del entierro de su padre, consiguió acudir con un permiso de la cárcel y acudió escoltado por la Guardia Civil. Sus familiares se enfrentaron a los agentes y culminaron una de las fugas más peliculeras que se conocen.

Las otras dos son 'profesionales', aunque no ha sido nunca condenado por ellas: el robo de un alijo de 169 kilos de droga del depósito judicial de Málaga, de los que 121 eran cocaína; y los mayores golpes en el mundo de la joyería. Se le investigó por dos 'palos' de piedras preciosas y relojes carísimos, en almacenes de Francisco Silvela y Ciudad Lineal, valorados en 26 millones de euros, lo nunca visto.

En las Torres hay gente cansada del escarnio y se quejan de la sinécdoque sobre todos sus vecinos, la mayoría unos currantes. Pero sí, sobre todo los más viejos, se quejan de esa mala gente que camina y va apestando la tierra.