Muere Silvia, la joven que estuvo en coma tres meses tras someterse a una triple operación de estética

El 29 de abril, Silvia entró en el quirófano de la clínica VOT de Madrid, enclave en el que interviene el Centro Europeo Médico Estético (CEME), con el que ella había contratado una operación de reducción de pecho, liposucción en flancos y abdomen, y transferencia a glúteos. Un día después, recibió el alta, pese a quejarse de fuertes dolores.

La de Silvia ha sido una historia de lucha por la vida desde entonces. Desde el primer momento, comenzó a mandar mensajes de alerta a los médicos. No se encontraba bien: las molestias se intensificaron, tenía fiebre, vómitos... Pero, según afirman sus familiares, la clínica respondía que todo entraba en la normalidad. El 5 de mayo, CEME realizó a Silvia una analítica, en la que, de nuevo, «le dicen que todo está bien», pero un día después, tras someterla a un electro, saltaron todas las alarmas.

Ese mismo día, Silvia ingresó de urgencia en el Hospital de La Paz por un shock séptico causado por una infección multibacterial que le llevó a padecer una disfunción multiorgánica. Pese a sus intentos, no ha logrado salir con vida del hospital. Permaneció en coma inducido hasta el 14 de julio, cuando su estado mejoró. Los médicos descartaron incluso el daño cerebral, pero debieron someterla a intervenciones para recuperar todo el tejido que tenía necrosado.

«Fueron múltiples operaciones para intentar salvarla, pero en los últimos días su estado volvió a complicarse», explican a ABC familiares de la víctima. «Volvía a estar peor cada día. Hasta que anoche nos llamaron para comunicar que no iba a salir adelante«, relatan. »Para ella, han sido tres meses de agonía, a lo que hay que sumar la semana anterior a ingresar, que fue una tortura«, especifican.

La familia denunció por mala praxis y un presunto delito de lesiones por imprudencia grave a la clínica CEME. El caso lo lleva el juzgado de Instrucción número 46 de Madrid, que investiga tanto al cirujano que acometió la operación como a otro facultativo, quienes en todo momento han mantenido que «todo salió perfecto», incluso en su declaración judicial.

«Es una desgracia que se podría haber evitado. No ha sido un accidente. La clínica se desentendió de ella tras operarla, pese a mandar innumerables mensajes de socorro durante el posoperatorio», remarcan sus familiares. Ellos siguen denunciando que no le realizaron pruebas a tiempo. «Pruebas que podrían haber detectado la infección que se estuvo desarrollando una semana«, dicen.

Se refieren así de la estrategia de defensa de la clínica. CEME ha presentado un informe de parte que concluye que Silvia sufrió una complicación infecciosa denominada «fascitis necrotizante«. »Las bacterias implicadas en la fascitis necrotizante sufrida por la paciente no son de adquisición hospitalaria ni transmitidas a partir de personal o el entorno sanitario, sino procedentes de la microbiota (flora) de la paciente«, concluye el texto, que descarta la mala praxis.

Para la familia esto no es suficiente. «No denunciamos la infección, ni cómo se produjo, sino la dejadez en el posoperatorio, la mala praxis desde que salió de quirófano. No le hicieron pruebas a tiempo. Al más mínimo indicio de sintomatología de una infección, o de que algo no iba bien, tendrían que haberle hecho las pruebas necesarias«, subrayan. Silvia ha terminado perdiendo la batalla y su familia, en su nombre, pide ahora justicia para que lo que a ella le ha ocurrido no le pase a ninguna otra persona.