El ladrón de patinetes que fingió su secuestro: «Me han amordazado y golpeado»

Los hechos ocurrieron la madrugada del 24 de julio en un establecimiento de Talavera de la Reina, donde el ahora arrestado logró hacerse con 40 patinetes eléctricos valorados en, aproximadamente, 40.000 euros. Tras conseguir la mercancía, huyó hasta el distrito de Carabanchel y se ocultó en una especie de nave sin actividad. Lo que no sabía ya este ladrón, venezolano, de 31 años y con numerosos antecedentes, era que los agentes ya le seguían de cerca el rastro y que contaban con una prueba irrefutable: una gorra que empleó para ocultar su rostro durante el atraco, que quedó grabada en la cinta de los dispositivos de seguridad del establecimiento, especializado en la venta y reparación de patines.

Al día siguiente, gracias a varias informaciones recibidas e incluso la visualización de las cámaras de carretera y del comercio, la Policía Nacional logró obtener la ubicación aproximada de dónde podría ocultarse. La investigación llevó a los agentes hasta un local de Carabanchel que, en teoría, debería estar vacío.

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Fueron los vecinos los que pusieron algo de luz sobre la incógnita. Contaron que las ventanas del espacio estaban siempre abiertas pero que desde hacía un día se habían cerrado. Realmente, las ventanas se fijaron con una especie de tablas de madera de grandes dimensiones para impedir la visión del interior.

El siguiente paso fue localizar al propietario del inmueble, que dijo que la cerradura había sido cambiada sin su consentimiento y que alguien había okupado su local. Al conseguir la aprobación, los agentes irrumpieron en el lugar en el que se escondía el ladrón, aunque tardaron más de dos horas en acceder debido a las medidas de prevención que este había tomado para complicar la entrada.

Cuando ya pusieron los pies en el interior, escucharon gemidos y observaron, a través de las ventanas, a un hombre maniatado, tumbado y con celo en la boca. «Me han amordazado y golpeado. Me duelen mucho las costillas y la cadera», dijo el varón a los agentes, después de que le quitasen la cinta blanca de carrocero que cubría su boca y que se había pegado alrededor de la cabeza, como si tratase de darle más veracidad a su relato. También solicitó asistencia sanitaria.

Los agentes comprobaron que se encontraba en perfecto estado de salud, y un detalle más les hizo sospechar que nada era cierto: la cuerda utilizada para, supuestamente, atarse, no tenía ningún tipo de nudo. Por eso, no dudaron en inspeccionar el lugar y en una estancia contigua hallaron los 40 patinetes robados. Además, en el baño, en el interior del retrete, estaba la gorra utilizada para cometer el robo en el establecimiento toledano.

El varón cuenta con numerosos antecedentes, algunos por robos con fuerza. La investigación sigue abierta y la Policía no descarta nuevas detenciones.