El fallo técnico que llevó a Vox a regalar a Ayuso los presupuestos de 2023 tras retrasarse al presentar las enmiendas

De hecho, el portavoz adjunto de la formación de Rocío Monasterio, Íñigo Henríquez de Luna, confirmaba ayer mismo que no frenarán las cuentas regionales para 2023: se abstendrán, adelantó, con lo que los presupuestos regionales tendrán el camino expedito para aprobarse sin sobresaltos el próximo 22 de diciembre. Toda una novedad, después de varios años de tensión hasta el último minuto. Y Vox no obtendrá nada a cambio de no pararlos, salvo que los populares tengan un gesto con ellos.

El origen del problema viene del viernes, el último día para presentar las enmiendas parciales a los presupuestos. El jueves, en el pleno, se votaron y rechazaron –con los votos conjuntos de PP y Vox– las enmiendas a la totalidad que habían presentado Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos. Eliminado este obstáculo, los presupuestos continuaron con su tramitación, sin que los populares aceptaran ninguna de las propuestas que les habían planteado desde Vox durante las negociaciones entre ambos partidos.

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Por ese motivo, Rocío Monasterio habló el jueves de que aprobar esos presupuestos sería «una humillación» para los votantes de su partido. Y anunció que plantearían 86 enmiendas parciales al día siguiente, antes de que a mediodía se cerrara el plazo para ello.

Así lo hicieron, pero tarde: concretamente, seis minutos después del mediodía, que era la hora tope. Un motivo reglamentariamente contemplado para no admitir las enmiendas y que estas decayeran. La decisión sobre este asunto la tomó ayer la Mesa de la Asamblea, compuesta por cuatro diputados del PP, uno de Vox, uno de Más Madrid y uno del PSOE. Y fue contraria a Vox.

Este partido solicitó, durante la mañana, que la Mesa actuara con flexibilidad, y en línea con otros precedentes anteriores, en que se había permitido continuar con la tramitación de enmiendas a presupuestos presentadas fuera de plazo tanto de Ciudadanos como de Unidas Podemos.

«Esperemos que la Mesa sea coherente; si nos quiere tratar de forma distinta a como trató a otros grupos en el pasado, será su decisión», señaló Henríquez de Luna poco antes de conocerse la decisión del órgano parlamentario sobre este asunto. Que, como se ha señalado, fue contraria a Vox: se inadmitieron las enmiendas y decayeron, como si nunca hubieran existido.

Todos los demás partidos se mostraron conformes con la decisión: para la portavoz de Más Madrid, Mónica García, el reglamento se tenía que cumplir y no se podía «hacer la vista gorda». Juan Lobato, portavoz del PSOE, ironizó: «A la España que madruga no le sonó el despertador a tiempo». Alejandra Jacinto, portavoz adjunta de Unidas Podemos, insistió en que haber decidido aceptarlo «hubiera sido una irregularidad manifiesta y un atropello mayúsculo».

El portavoz del PP en la Asamblea, Pedro Muñoz Abrines, fue más allá: además de criticar que los de Vox «apurasen tanto el plazo de sus enmiendas» cuando «tuvieron dos meses para estudiar el presupuesto», añadió otra denuncia: «Las enmiendas de Vox no sólo han tenido un problema de plazo, sino que además, unas 38 tampoco hubiesen sido admitidas porque estaban mal hechas», con defectos de forma.

Henríquez de Luna no dejó de recordarle a Díaz Ayuso que su grupo siempre le había dado «un apoyo determinante a su Gobierno», que se había materializado en «19 normas que se habían aprobado o estaban a punto» gracias a los votos de Vox. Entre ellas, mencionó una que aún tiene que pasar el filtro del voto de la Cámara madrileña: la ley Ómnibus, que se votará el próximo 15 de diciembre en la Asamblea.

Respecto a la posibilidad de que apoyaran alguna de las enmiendas que presente la izquierda, el portavoz de Vox matizó que «con la izquierda no vamos a ningún sitio».

Entre los más felices ayer por la evolución de los acontecimientos, estaba el consejero de Economía y Hacienda, Javier Fernández-Lasquetty, el principal negociador de los presupuestos regionales. Lasquetty llevaba meses manteniendo conversaciones con Rocío Monasterio, aunque según esta última las negociaciones sobre las cuentas autonómicas no habían empezado formalmente hasta hace unas pocas semanas.

Por eso ayer su cara no podía ocultar cierto punto de tranquilidad ante un escenario diametralmente distinto al que había la semana pasada a la hora de sacar adelante las cuentas regionales para 2023. Coincidía con el resto de partidos en que si las enmiendas habían entrado fuera de plazo, lo reglamentario es que «ni se voten». Por eso, insistía, ahora «las enmiendas que subsisten son las de izquierda y ultraizquierda, y el PP no cree que de ellas salgan cuestiones positivas».