Zahara: excelsa y por debajo de sus posibilidades

Apoyada en un formato reducido de trío, la andaluza interpretó la mayoría de su nuevo disco «Puta» para un pequeño grupo de privilegiados en lo que fue un evento a medio camino entre un concierto y un ensayo general.

Vestida de rojo lujuria, o rojo sangre , Zahara comenzó a la batería con «Flotante» ; sus ritmos sencillos y sintetizadores envolventes sentando las bases de la noche. Tras unos leves ajustes técnicos, cantó una de las letras más impactantes de su nuevo disco, «Canción de muerte y salvación». El tema se interpreta con una dicción propia de rapera y es una rápida muestra de su versatilidad. Su voz, algo titubeante, mejoró a partir de «Inmaculada» y «Fango» dos canciones comerciales que incorporan una buena melodía a la profundidad y pasión que tienen todas las letras. En ellas, Zahara cogió la guitarra y el sonido realmente mejoró, liberando a Manuel Cabezalí para que pudiera engrandecer la música con teclados y bajo.

«Ramona» resultó desconcertante . Dos bailarinas flanquearon a Zahara para unos pasos de bailes confusos y algo cutres sobre una canción que no aportó nada con respecto a las anteriores. La de Úbeda se sentó a la batería (sólo para demostrar que sabe tocarla) y cantó desde allí «Médula», ligeramente menos anodina que la anterior pero muy lejos de ser brillante.

Su música se encuentra en un registro difícil de definir. En alguna estación de la línea que une el indie con el techno se deben encontrar los collages sonoros que ha creado la artista con la ayuda de Martí Perarnau IV, su colaborador a los teclados, voces y ordenadores.

Hizo después una canción acústica sola sobre el escenario que no fue digna de su trabajo. Una voz débil que a ratos resulta inteligible, y una serie de errores en guitarra que quizá habrían destacado menos si Zahara no hubiera contado justo antes de empezar que llevaban preparando este concierto varias semanas ensayando a diario.

Ese es el gran fallo de su propuesta musical; la voz. Aunque sin duda influida por los patrones de los géneros que habita, Zahara escribe letras originales e interesantes (en contraste con dichos géneros). El hecho de que las palabras sean imposibles de comprender en directo desmerece mucho un trabajo que, visto desde lo Macro, contiene todos los principios del buen arte. Su voz, que tiene mucho que contar, no es suficiente para llenar una Riviera semi-vacía por protocolos Covid. Y no es por falta de recursos o técnica, es una decisión estilística voluntaria (o quizá un vicio adquirido durante el aprendizaje).

Retomó la buena senda con «Camino a L.A» una canción oscura y macabra que sugiere un corazón despedazado. «La gracia» es otro buen tema donde brilla la melodía, el «mojo» de la música. La letra, la segunda con un motivo similar, demuestra que Zahara ha llegado a la misma conclusión que todos los grandes letristas, creyentes y ateos: La Biblia es la mayor fuente de ideas que hay.

El disco, que es bueno, no es tampoco un trabajo de leyenda y hay quien podría criticar, no seré yo, el hecho de que el 70% de lo que sonó ayer en La Riviera era música «enlatada». Pero la idea... la idea es muy buena y Zahara es su encarnación de pies a cabeza. Incluso la voz frágil y a ratos incomprensible es parte de la idea detrás de «Puta», que no es otra cosa que una viñeta más de la rebelión en curso del género reprimido .

El evento fue organizado por Vibra Mahou, plataforma de música de Mahou Cinco Estrellas que genera encuentros en torno al directo y que patrocinará la gira de Zahara que comienza el 12 de junio en Madrid. Ya están a la venta las entradas .