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La lengua mordida de los políticos

Pedro Castro, el polémico alcalde socialista de Getafe / CHEMA BARROSO

Corría la Segunda República, allá por 1934, cuando José María Gil Robles se estaba dirigiendo al Parlamento. Su discurso no debía gustar mucho a un diputado, que consideraba que las palabras del político estaban muy alejadas de la realidad social. «¡Usted es de los que ... todavía llevan calzoncillos de seda!», le soltó en medio de la rechifla general. Gil Robles aguantó el tirón. Esperó a que las risas y los aplausos se calmaran y, muy tranquilo, se la devolvió: «No sabía que la esposa de su señoría fuera tan indiscreta».

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