Los interbloques, las zonas urbanas de Madrid que nadie quiere barrer
Los primeros 100 días de los nuevos contratos municipales de limpieza tropiezan con un problema recurrente
Los vecinos critican que la suciedad se acumula en 284 puntos de 14 distritos por una disputa de competencias
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Iniciar sesiónHabía una vez, en un pedazo del barrio de San Blas, una plaza arbolada enclavada entre edificios, con bancos de madera y un colorido parque infantil. Había, porque el paso del tiempo ha convertido el lugar en un espacio desaliñado y plagado de suciedad. ... «Cuidado con la caca, cuidado, es una mina de cacas», avisa Nati, que durante 48 años ha bajado a la plaza, con sus hijos y después con sus nietos, al punto de reunión de las ocho torres de pisos que la circundan. Nati es vecina y también barrendera, por una cuestión de nomenclatura urbanística. La plaza es una de las 284 zonas interbloque de la capital, los puntos que nadie quiere limpiar.
Las llamadas «zonas de edificación abierta» proliferaron entre los años 50 y 80 en los nuevos barrios residenciales de la época, como San Blas. «Se llevaba una modalidad de bloque abierto, con zonas verdes y peatonales a su alrededor», explica el delegado de Urbanismo y Vivienda de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM), Vicente Pérez. Así nacieron los interbloques, sobre el papel, «zonas privativas de uso público». Y así surgió el problema de su limpieza: mientras los vecinos atribuyen al Ayuntamiento su cuidado, el consistorio asegura que corresponde a las comunidades.
El 2 de noviembre, el alcalde José Luis Martínez-Almeida anunció los nuevos contratos de basuras, la mayor partida de su mandato, con 1.636 millones de euros destinados a limpieza viaria, un 45% más que en los precedentes, firmados en 2013 por la exregidora Ana Botella y caducados el pasado verano. «Madrid no está lo suficientemente limpia», declaró Martínez-Almeida durante el anuncio de unos pliegos que prometían poner fin a ocho años de un servicio insuficiente y que, no obstante, en sus primeros 100 días han tropezado con las quejas vecinales y las zonas interbloque.
San Blas ha acogido un par de asambleas callejeras desde que empezó el año. Los vecinos volvieron a reunirse el sábado, convocados por la FRAVM, y recorrieron los soportales abandonados y la plaza desaliñada enclavada entre edificios. El farmacéutico Ignacio Moliner salió al paso de la comitiva: «Mira, llamo 50 veces [al Ayuntamiento] para que vengan. Hemos ido a peor, todas las semanas les llamo», insiste. Los vecinos aseguran que lo que se conoce como la avenida de Guadalajara posterior es suelo municipal, una galería peatonal y una plaza deformada por las raíces de los árboles que el consistorio remodeló hace 15 años. Los vecinos han colocado varias cajas de cartón que hacen las veces de papeleras y que ellos mismos recogen. Los vecinos son los barrenderos de esta zona interbloque que discurre a los pies de 352 viviendas. «Pagamos 300 y pico euros de IBI, más los impuestos que pagan los locales en los bajos, y no tenemos limpieza», critica uno de ellos, César. «Es surrealista», asiente Nati, «somos unas enfermas de la limpieza, a los niños no les dejamos jugar ni tocar nada».
Un cuidado arbitrario
Los desperdicios y la hojarasca se amontonan en estas parcelas que son tierra de nadie en materia de limpieza y que han obviado una vez más los nuevos contratos de basura, como ya hicieron los de 2013. «Está igual de mal y era la oportunidad de mejorarlo», lamentan desde la FRAVM, que creó en enero un grupo de trabajo para recopilar las 284 zonas interbloques, sus direcciones y planos, repartidas en 14 de los 21 distritos de la ciudad. La cuestión es que algunas sí se limpian, tanto ahora como durante el anterior mandato de Manuela Carmena; el problema es la frecuencia arbitraria y las que se quedan fuera. «Lo único que sabemos es que el pliego no limpia las zonas peatonalizadas, pero nosotros limpiamos donde nos dicen», traslada la responsable de limpieza viaria del sindicato UGT, Sherezade Talavera.
El revuelo vecinal por las zonas interbloque, que ha enarbolado la izquierda en la oposición, ha tenido consecuencias. «En muchas parcelas han entrado a limpiar en las últimas dos semanas, concretamente donde se hicieron asambleas [en San Blas y Entrevías]», cuenta Pérez, el delegado de Urbanismo y Vivienda de la FRAVM. El 17 de enero, el diario 20minutos publicó que el delegado del Área de Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, diseñaría un «contrato específico» para atajar las zonas interbloque. Sin embargo, no hay avances al respecto, según confirman fuentes municipales. «No se está tramitando nada», zanja Pérez, «ni en la comisión del ramo, ni en el Pleno ni en la reunión que mantuvimos con Carabante [el 28 de enero] ha dicho que vaya a hacer un nuevo contrato».
La postura del Ayuntamiento –en marzo del año pasado aprobó inicialmente un plan para «adecentar» las zonas interbloque– es «regularizar estos ámbitos», esto es, modificar su calificación urbanística para esclarecer su mantenimiento. Antes de que eso llegue, Nati repartía el sábado panfletos por el vecindario para informar de la próxima movilización vecinal: el 16 de febrero, a las mismísimas puertas del Palacio de Cibeles.
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