Análisis
Dos hombres y un (presunto) cohecho
Este juicio para él debió suponer una vuelta al inicio, la declaración del 'pagafantas' que abrió en 2017 la caja de los truenos, y una condena es dejar alto el pabellón
El 'pagafantas' del caso Villarejo: «El comisario Salamanca sabía que yo era un pozo sin fondo de dinero»
Madrid
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Iniciar sesiónSe conocieron en 2011, quizá 2012. Un empresario les presentó. Ya fallecido, su versión habría sido de interés en el juicio celebrado estos días en la Audiencia Nacional contra el comisario que fue jefe de Extranjería en Barajas, Carlos Salamanca, y Francisco Menéndez ... , el 'pagafantas' del caso Villarejo. Estando los dos acusados como cohechado y cohechador, en realidad el autodenominado 'paganini' no se estaba defendiendo. Él, que puso en manos de un tercero destapar lo que se bautizaría como caso Tándem, afronta seis meses de cárcel frente a los diez años y nueve meses que insta Anticorrupción para el otro.
Ese 'todo o nada' que perder se libró frente a un tribunal que algo sabe ya de cómo funcionaba el 'mundo Villarejo': le condenó a 19 años de cárcel. Eso sí, le absolvió de cohecho, el delito que se atribuye ahora a Salamanca. De ahí la vehemencia de un fiscal, Miguel Serrano, que estando de salida en Anticorrupción peleó la acusación como si fuese la primera. Al fin y al cabo, este juicio para él debió suponer una vuelta al inicio, la declaración del 'pagafantas' que abrió en 2017 la caja de los truenos, y una condena es dejar alto el pabellón. En Tándem, la épica es parte del relato.
El caso: un abogado a sueldo de un grupo de guineanos cuyas comisiones por venta de petróleo se investigan en otra separata de la causa, agasaja sin pudor a un comisario para que abra las puertas de Barajas a los maletines cargados de billetes y los pasaportes sin visado con los que, se asegura, aterrizaban cada dos por tres. Es el mismo dinero que, presuntamente, utilizarían luego para prometer a Villarejo cinco millones de euros por espionajes, el informe King. En Tándem casi todo está relacionado.
La lista: un Porsche Cayenne y otro Panamera, fiestas con cantaores, comilonas de cuenta larga, relojes de oro, escapadas de lujo y hasta 25.000 euros en sobres entregados en mano en la Comisaría General de Extranjería y Fronteras para la boda del hijo. Todo eso pesaba ya sobre Salamanca cuando arrancó la causa y se presumía que era él quien pedaleaba con Villarejo en esa bici para dos. Hay investigadores con cierta zozobra por ver reducida su presencia a un par de piezas separadas en un universo de medio centenar. «¿Se nos pasó algo?»
El fiscal subrayó que «Salamanca se dibujó si no como funcionario corrupto, sí como corrompible»
Sentado frente a los magistrados y cruzando fuerte los brazos ante según qué preguntas del fiscal, el otrora todopoderoso jefe de Barajas se iba indignando el día de su declaración, hasta el punto de mentar un collar de 60.000 euros cuya compra no sabría luego explicar. En la última palabra dijo que aquello había sido «ironía». Pero sin matices quedó que aceptó un reloj del Emir de Catar y otro del que era jefe de seguridad de Iberdrola, un «compadre». Acabó el juicio acusado por un delito más que al inicio. Si algo tiene Tándem son giros de guión.
Resumía Serrano al final que Salamanca se había «dibujado si no como un funcionario corrupto, como un funcionario corrompible que no tuvo reparo alguno en recibir las dádivas». Flotó la frase en esa sala por la que habían pasado una treintena de testigos, en varios casos, haciendo flaco favor al comisario de Barajas.
En cuanto a Menéndez, es uno de los más desconocidos del reparto de la causa, pese a ser crucial. De interés para el CNI según Villarejo, fue la Fiscalía quien le prestó atención. Siempre dijo que denunció la trama por miedo, tanto a los comisarios como a acabar en prisión, lo que le granjeó cierta fama de cobarde que no parece casar con los negocios -y el entorno- en que andaba. Salamanca le dibujó como a un pobre hombre. Acreditado está que dinero manejaba mucho. Aún lleva escolta y se dice «muy jodido». Los recesos los pasó donde los testigos protegidos y un fallo técnico le sentó a declarar junto al fiscal, por si quedaba duda de que él, allí, acusaba más que defenderse. Pese a unos atenuantes por colaborar que reducirían años de sobornos a un policía a seis meses de cárcel, su letrada pidió que lo absolvieran.
La decisión pende ya del tribunal y Tándem, de otros fiscales. Un caso, dijo Serrano, «que ha permitido a la Justicia abrir las compuertas de realidades de las que muchas veces no queremos saber, eso que Gil de Biedma llamaba la otra historia de los españoles: la historia del país de los demonios». La épica, las relaciones y un guiño al fiscal Ignacio Stampa como giro de guión, en una sola frase. Aunque al final, en esa sala, son dos hombres y un (presunto) cohecho.
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