Cuarto Singuante
Curanderos
El rural gallego protagoniza a veces temas que rayan lo oculto, con personajes que se mueven entre lo material y lo espiritual, eso sí, previo pago o aceptando la voluntad
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Iniciar sesiónSerá porque somos tierra de meigas o porque Galicia no es lugar de paso sino de destino, pero lo cierto es que nos encanta el misterio. Nos lo tomamos en serio. Nadie sabe si subimos o bajamos en la escalera y eso es una gran ... ventaja, sobre todo cuando quieres desprenderte de inesperados encuentros.
Pero a lo que iba, el rural gallego protagoniza a veces temas que rayan lo oculto, con personajes que se mueven entre lo material y lo espiritual, eso sí, previo pago o aceptando la voluntad.
Sin ir más lejos, estos días han detenido en Porto do Son a un hombre que se hacía pasar por un chamán y al que las autoridades le imputan, presuntamente, un delito de estafa. Al hilo de esto, me viene a la cabeza otro ser iluminado que conocí hace muchos años en un pueblo de Cartelle. Había comenzado vendiendo enciclopedias a domicilio, pero la cosa no le fue bien y decidió dar un giro a su vida; remodeló su casa y puso en el tejado pináculos de piedras que apilaba a modo de pequeñas pirámides. Decía que estos retoques iban más allá de lo estético (lo del «más allá» era literal) y a los pocos meses comentó que esos salientes le ayudaban a conectarse con extraterrestres; se asemejaban a un enlace vía satélite en una época -los años setenta- donde internet era, en efecto, tecnología de otro mundo.
El caso es que aquel hombre, tocado por una virtud espiritual o un conocimiento interestelar, empezó a «curarlo» todo. Yo mismo fui testigo de cómo llegaban a un hotel de Celanova personas venidas de diferentes partes de España -algunas con dolencias irreversibles como paraplejias-, que luego de hacer noche tras un largo viaje se iban a visitar al brujo.
En ese catálogo de desesperados había enfermos de todo tipo y a todos consultaba, fuese cual fuese su dolencia, si bien, yo nunca he tenido conocimiento de cura milagrosa alguna; si la hubo, sería como su tratamiento: un secreto.
Lo cierto es que su fama se mantuvo durante años, alimentada por aquellas buenas gentes que se agarraban a un clavo ardiendo cuando la medicina había tirado la toalla, y con el tiempo todo cayó en el olvido. Resumiendo, que 'habelas, hainas', pero, por favor, sean sensatas; porque, aunque la esperanza es lo último que se pierde, merece irse con dignidad.
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