David Chipperfield, premio Pritzker: defensa de un modelo sostenible desde un pueblo pesquero de Galicia
El arquitecto fundó en 2017 la Fundación RIA con la misión de proteger los «valores naturales y culturales que veía que se estaban degradando»
El británico David Chipperfield gana el Pritzker, el premio más importante de la arquitectura
David Chipperfield recoge una planta de castaño durante su visita a Rianxo, en 2021
Fue ya hace muchos años cuando el arquitecto David Chipperfield, ganador del último premio Pritzker tras numerosas ediciones siendo de los favoritos en muchas quinielas, pisó Galicia por primera vez. Había sido de la mano del también arquitecto Manuel Gallego Jorreto (quien hizo, por ... ejemplo, la residencia oficial del presidente de la Xunta de Galicia), al que conoció en una conferencia Milán. Chipperfield se enamoró de la costa gallega: construyó una casa en el pueblo pesquero de Corrubedo, justo encima del mar, con amplios ventanales pero sin desentonar con el resto de viviendas de la zona, y también 'resucitó' el Bar do Porto de la localidad. Ahora pasa allí gran parte del año, y su compromiso con la tierra gallega va mucho más allá de lo puramente arquitectónico.
En la comarca de Barbanza (La Coruña) impulsó la Fundación RIA. Chipperfield se enamoró de Galicia, sí, pero también sentía que el territorio necesitaba cambios. Veía peligrar los valores y la riqueza natural que le habían encandilado hace ya un cuarto de siglo, por ello fundó esta institución y «contribuir, desde su experiencia, a proteger aquellos valores naturales y culturales que veía que se estaban degradando«, cuenta a este diario el director de la Fundación RIA, Manuel Rodríguez.
Y aunque consideraba que los cambios tenían que producirse Barbanza, la vocación es internacional. La intención es trasladar retos globales a territorios «muy concretos» que requieren respuestas «muy concretas», pero con la capacidad suficiente de demostrar que las cosas se pueden cambiar. El prestigioso arquitecto, comprometido con la defensa de la calidad de vida ciudadana, se propuso estudiar desde Barbanza problemas que afectan a toda Europa: desde la recuperación del Patrimonio a la movilidad sostenible. Y, para ello, hacer uso de la arquitectura como herramienta «transversal e integradora». «Mi idea no es una idea sobre el Barbanza, es una idea que va más allá», declaraba David Chipperfield hace apenas un año a este diario.
David Chipperfield frente a la Ría de Arousa
Rodríguez, muy cercano al nuevo premio Pritzker, está convencido que lo que le atrajo de Galicia fueron sus «valores naturales y culturales». Esos territorios «tan impresionantes», la relación entre el monte y el mar y la estrecha unión entre las aldeas y la naturaleza, que deja como resultado un producto de tan buena calidad. «Esa simbiosis es la clave de Galicia». Pero la «degradación» había hecho estragos, como en el resto de partes del mundo. En palabras del propio arquitecto, «los peores cambios se produjeron en los 80 y en los 90, cuando hubo muchos desarrollos hasta que finalmente la crisis financiera de 2008 los detuvo. Pero se hizo mucho daño». Galicia no era la excepción. El boom inmobiliario, la falta de planificación o la industrialización de ciertos procesos preocupaban a Chipperfield, por eso que «quisiera contribuir con su capacidad para revertirlo». Y la Fundación RIA firmó con la Xunta el proyecto 'Hacia una agenda territorial de Galicia' para marcar cuáles son los objetivos y los valores que quiere alcanzar la Comunidad.
El cometido del arquitecto londinense en Galicia se puede resumir con algunas declaraciones que él mismo dio al recibir el Pritzker: «La contribución que podemos hacer como arquitectos para abordar los desafíos existenciales del cambio climático y la desigualdad social«. Esa es la esencia de la Fundación RIA, »priorizar la calidad de vida«, sintetiza su director.
Recuperar el esplandor del rural
Una de las líneas principales de acción de la Fundación tiene que ver con la movilidad sostenible y la ordenación urbana. Tratan de resolver conflictos que pueden surgir a raíz de las carretas que parten en dos los pueblos -algo muy habitual en Galicia- y hacerlas más seguras. Aparte, todo lo relacionado con la posible peatonalización de espacios o su revalorización.
Pero una de sus mayores apuestas es el Laboratorio Ecosocial de Barbanza, desde la que busca en el pasado las claves para recuperar una forma de vida más sostenible y respetuosa con el territorio. Para entendernos, estudiar cómo las actividades agrícolas se combinaban con la actividad en las aldeas, y traer esos valores al hoy en día mediante el apoyo a iniciativas locales. Por ejemplo, dice Rodríguez, sería el caso del pastoreo como método de prevención de incendios. Cuanto más cuidado y limpio esté el monte como resultado de su explotación económica -sostenible-, más difícil es que se propaguen las llamas. Su idea es «demostrar que otros aprovechamientos del monte son posibles más allá de producir madera de pino o eucalipto».
Tiene algo de paradójico que el arquitecto del momento, con decenas de obras en todo el mundo como el Museo Fluvial y del Remo de Londres, la Sede BBC Scotland, o el Museo Neues, defienda unos valores tan concretos desde una localidad tan pequeña y humilde como Corrubedo. Su blanca casa, desde la calle, aparenta modesta, y su dedicación con el entorno va desde dar masterclass en la Escuela de Arquitectura de La Coruña hasta reabrir el bar del puerto.