Hazte premium Hazte premium

Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN

En la rampa del descenso

Con Cacharro al frente, el PP solo conoció mayorías absolutas, convocatoria tras convocatoria

cuando Francisco Cacharro dejó cargo y partido, abatido por el fuego amigo y traicionado por aquellos a quienes había enseñado a sonarse los mocos y anudarse la corbata (recuérdese que no hay animal más ingrato que el mulo), fueron los tales iscariotes quienes trataron de justificar sus puñaladas traperas echando al vuelo de los periódicos conceptos tales como ‘caciquismo’, ‘nepotismo’, ‘necesidad de renovación’, etcétera.

Por aquí y con Cacharro al frente, el PP solo conoció mayorías absolutas, convocatoria electoral tras convocatoria electoral, y Lugo se convirtió en la única provincia Española donde los conservadores tenían garantizado resultado un balance no ya ventajoso sino apabullante. Según promesas proclamadas por los propios defenestrantes, los nuevos gestores del negocio no se iban a conformar con igualar la cuenta de resultados sino que iban a mejorarla, mediante una estrategia y un estilo (eso de conectar estrategia y estilo es mucho de la retórica falangista) absolutamente inéditos en la casa: nada de acumulación de cargos, igualdad de oportunidades en la confección de listas, transparencia en la gestión, sustitución de la amigocracia por la meritocracia… O sea, lo de siempre. Todo muy bonito.

Al frente del arcangélico proyecto se pusieron tres lumbreras, especialistas en trepa y escalada y, de paso, absolutamente refractarias a aplicar la razón crítica al análisis político. El balance está a la vista: en Lugo, el PP no gobierna ni en la Diputación ni en ninguno de los principales municipios de la provincia, incluido el de la capital. Un partido ayer hegemónico es hoy un tingladete de barrotillo, con la militancia a la baja y los simpatizantes desfilando unos rumbo a la eufórica Vox y otros hacia la prosperidad de Ciudadanos. A este paso, quizá no tarde mucho en convertirse en un partido descatalogado. No sería el primer caso de autofagia política, práctica muy común entre nosotros. ¿Algo más? Lo que se da por sabido: con los diputados que el PP de Lugo aportaba al Pazo do Hórreo que no cuente Feijóo. Y de Madrid, mejor no hablar.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación