Francia ejecuta en la frontera «devoluciones en caliente» a España
La Policía gala abandona en una gasolinera de Portbou a los sin papeles identificados en suelo francés
Los agentes localizan a los inmigrantes ilegales que llegan en tren a Cerbère desde Barcelona
La inmigración ilegal, primera inquietud nacional
El viernes es día de mercado en la localidad catalana de Portbou. En la plaza principal del pueblo empiezan las fiestas patronales y hay una decena de paradas de fruta y hortalizas. A pocos metros, en la Rambla, se ven tiendas ambulantes con pijamas, ropa ... interior y enseres personales. Entre los locales de un municipio sin grandes supermercados y los turistas que en pleno mes de julio curiosean mientras visitan este municipio catalán, se observa a un par de personas de origen subsahariano que deambulan sin rumbo. Van juntos, sin despegarse, observando a su alrededor. Solo con verles uno se da cuenta de que no conocen Portbou y da la sensación que no les interesan mucho sus playas, su mercado o la vida en la localidad.
Han llegado unas horas antes en tren de Media Distancia que había salido de la estación de Barcelona – Sants a las 8.29. Su intención, como la de tantos otros, era llegar a Francia. Pero el tren elegido finalizaba su trayecto en Portbou, por lo que han tenido que esperar otro que cruzase la frontera para evitar tener que hacer a pie los cerca de tres kilómetros, con mucho desnivel, que separan la última localidad española de la primera francesa. Todo, bajo un sol abrasador y el típico viento de tramontana de la zona. El termómetro del coche marcaba en ese momento 34 grados.
El alcalde de Portbou, Gael Rodríguez (PSC), hace el símil de que «usan la misma ruta del exilio para salir de nuestro país».
Las rutas de los inmigrantes
para cruzar la frontera
Tren, coche o a pie, los tres recorridos bajo la
lupa de la policía francesa para salir de España
Clave
Ruta por carretera
Ruta a pie
Ruta en tren
FRANCIA
Cerbère
50 min.
2,7 km
D914
Gasolinera
Cepsa
N-260
Portbou
13 min.
6,8 km
6 min.
0
500
1.000
ESPAÑA
metros
Altimetría de la ruta a pie
Altura máxima
166 m
160 m
162 m
Cerbère
Portbou
6 m
2,7 km
Fuente: Elaboración propia / ABC / J.Torres
Las rutas de los inmigrantes para cruzar la frontera
Tren, coche o a pie, los tres recorridos bajo la
lupa de la policía francesa para salir de España
Ruta por carretera
Ruta a pie
Ruta en tren
Cerbère
D914
FRANCIA
Gasolinera
Cepsa
ESPAÑA
50 min.
2,7 km
N-260
13 min.
6,8 km
Portbou
6 min.
0
500
1.000
metros
Altimetría de la ruta a pie
Altura máxima
166 m
162 m
160 m
Cerbère
Portbou
6 m
2,7 km
Fuente: Elaboración propia / ABC / J.Torres
Los meten en el tren a la fuerza
La presencia de personas como estos dos transeúntes se ha convertido en algo habitual en los últimos años en Portbou. Son inmigrantes ilegales, sin papeles, que han llegado a España procedentes de Marruecos u otro país de África por la frontera sur.
Una vez en nuestro país, cuando logran llegar a Barcelona, muchos optan por emprender el último viaje antes de agruparse con allegados suyos que viven en Francia, Alemania o Bélgica, cruzando la frontera en alguno de los dieciséis trenes que conectan a diario Barcelona con el sur de Francia. Sin saber que desde hace un tiempo, la Policía Nacional francesa les espera a la salida del tren, les identifica, y les devuelve a España sin ninguna explicación más que la de que no pueden entrar a Francia.
Un interventor de Renfe, que ha llegado con el tren de las 12.04 a Cerbére, compara la actitud de las autoridades francesas con las «devoluciones en caliente». En muchos casos, explica un trabajador de la estación de Portbou, «se les mete dentro del tren a la fuerza». En otros, explica a ABC, «los interventores se niegan a subirlos si no tienen billete». Pero en la mayoría de ocasiones no les queda otra que llevarlos de nuevo a territorio español.
Viajan con lo puesto
Casi todos estos pasajeros, según relatan a este periódico fuentes conocedoras de lo que ocurre a diario en la frontera hispano-francesa, viajan con lo puesto, como mucho, con una pequeña mochila con algo de ropa que le dieron las ONG al llegar a suelo español. Ni dinero –por lo que muchos se cuelan en el tren– ni teléfono móvil, ni mucho menos, documentación.
Saben dónde quieren llegar: a las ciudades y pueblos europeos en los que viven sus familiares, pero lo hacen con la información que llevan apuntada en un papel desde que salieron de su país de origen, hace ya algunos meses. El viaje en tren por la frontera entre Portbou y Cerbére, es uno de los últimos que realizan. Pero casi todos llevan días y semanas en otros trenes, autobuses y cayucos; y con centenares de kilómetros en sus piernas.
Estos controles policiales aleatorios en los trenes que atraviesan la frontera por la Costa Brava, además de frustrar el sueño de muchos de los inmigrantes irregulares que piensan en empezar una nueva vida en Europa, también generan problemas de inseguridad.
En los últimos años, según relatan vecinos de Portbou a ABC, han aumentado los robos con fuerza o en vehículos en la población. «Hasta cuarenta coches en una misma noche», se han llegado a desvalijar, cuenta un vecino. Según la hora que lleguen de Barcelona, ya no tienen trenes para cruzar hacia Francia, por lo que optan por hacer noche en la localidad, en ocasiones «drogados esnifando cola».
«Con palos», dice un trabajador de la estación de Portbou, se enfrentó un ilegal a ellos cuando le impidieron pernoctar en el vestíbulo, que cierra de noche. Otros, en invierno, según relata el alcalde, Gael Rodríguez a ABC, «rompen cristales de coches o de locales para dormir sin el frío de los cuatro grados y rachas de 160 km/h de viento». Son los tipos delictivos que han aumentado y que el edil califica de «subsistencia». Es a lo que recurren los ilegales a la espera de saber si lograrán llegar a su destino o, si, por el contrario, la Policía francesa les enseñará el camino de vuelta, casi todos aguardan al primer tren de la mañana deambulando por las calles del municipio.
Los que intentan cruzar a pie, explica otra vecina, aprovechando la oscuridad de la noche, se han visto sorprendidos también por los agentes, que «en ocasiones han cogido a algún inmigrante y lo han soltado en la gasolinera que hay justo al lado de la antigua frontera». Es decir, en suelo español. Sin dinero, sin documentación y sin móvil, la improvisación forma parte de su plan.
Algunos deciden quedarse en la zona, otros vuelven a Barcelona y los hay que esperan pacientemente poder lograr su objetivo de seguir su viaje.
Lucha entre Macron y Le Pen por la inmigración
Aunque las fronteras en Europa empezaron a desaparecer en el año 1995, veinte años más tarde, bajo la amenaza terrorista, el Gobierno francés desplegó a sus Fuerzas Armadas en todo su perímetro. También a lo largo de los 630 kilómetros que limitan con España.
Unos controles que se reforzaron durante la pandemia, y que, a día de hoy, ya se dan por normales. De hecho, mientras este periodista camina por las calles de Portbou, observa una imagen tan atípica como llamativa, aunque para los vecinos de la localidad ya sea habitual: un coche de la Policía Nacional francesa circulando por sus calles.
Tras el atentado en Mulhouse cometido por un argelino con orden de expulsión, el gabinete de Emmanuel Macron endureció su política migratoria para aplacar las críticas que estaban permitiendo el ascenso electoral de su rival, Marine Le Pen, que habla de las fronteras francesas como coladeros por los que accedían con impunidad terroristas y otros delincuentes comunes.
Un mensaje que hoy, en España, abandera Vox. Pero Francia, en esta política de controles estrictos, no está sola en Europa. Eslovenia, Italia, Austria, Alemania –con gobierno socialista– y ahora Portugal, siguen la misma estrategia, dejando a España como un punto de entrada de la inmigración irregular con difícil salida hacia el resto de países de la Unión Europea.
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