entrevista
David Alandete: «Rusia quiso desestabilizar España y Puigdemont se prestó»
El periodista, corresponsal de ABC, publica 'La trama rusa', su investigación sobre la conexión entre el Kremlin y el secesionismo
El juez Aguirre pedirá al Supremo que investigue a Puigdemont por traición en la trama rusa del procés
David Alandete, en la sala de prensa de la Casa Blanca
Corresponsal de ABC en Washington, periodista de largo recorrido, David Alandete lleva años investigando la conexión entre el independentismo catalán y Rusia, en lo que ve como un ejemplo clásico de la guerra híbrida practicada por el Kremlin. En 'La trama rusa' (La Esfera de los Libros) ... vuelca el resultado de su trabajo y demuestra como, desesperados por la falta de apoyos, el secesionismo busca el amparo ruso. Atacado por su investigación, Carles Puigdemont y su abogado Gonzalo Boye citan ahora a Alandete como testigo en su querella contra el juez Aguirre, que investiga el caso y sostiene que el expresidente catalán pudo cometer traición, delito no cubierto por la amnistía.
–Tanto Puigdemont como Boye sostienen que usted y el juez Aguirre trabajan de la mano.
–Uno y otro han reaccionado de una forma que, en mi opinión, denota bastante desesperación. Primero, se publica el auto del juez Aguirre en el que hablaba abiertamente de traición. Y, por pura coincidencia, una semana después publico el libro, que como todo el mundo sabe no se hace de un día para otro. El encargo de La Esfera de los Libros es de enero, aunque yo trabajaba en este tema desde hace dos años.
–Su investigación se basa en hechos.
–Lo que hay es una serie de hechos innegables: reuniones, conversaciones, incluyendo absurdas ofertas de soldados... Según el juez ha demostrado, hay indicios de que esto puede ser constitutivo de delito. Lo que hago en el libro es recoger estos hechos e interpretar, creo que de manera acertada, que les iban a imputar por traición.
–Ante hechos contrastados, la reacción es atacar al periodista.
–En realidad, Boye me acusa a mí y a otros compañeros de hacer nuestro trabajo: recoger hechos, testimonios y publicarlos. Así es como funciona el periodismo desde los inicios. El problema es que, en el fondo, Puigdemont, su entorno y el independentismo en general tienen una visión más bien patrimonialista de la prensa y piensan que todos funcionamos igual.
–¿Se ha sentido arropado por la profesión a raíz de los ataques recibidos?
–Tuve el amparo de la Asociación de la Prensa de Madrid tras una serie de ataques de medios rusos, pero también explico en el libro cómo la anterior directora de 'El País' en aquel momento me despide al asumir el cargo. Se me dio a entender, y yo sabía, que en aquella época Pedro Sánchez había pedido un cambio radical en aquella cabecera, coincidiendo con la entrada en el accionariado de la empresa editora de una persona que luego ha hecho grandes negocios en España con una cercanía clara al Gobierno. Entendí que se nos despedía por eso. Luego, cuando en 2019 empiezan a salir las pruebas sobre las relaciones entre Puigdemont y el entorno de Putin, se demuestra la solidez de lo publicado, junto con el trabajo de periodistas muy importantes como Olmo en 'El Confidencial', Albalat en 'El Periódico' o Chicote en ABC. Para mí, lo más relevante es el apoyo que recibo de ABC, que demuestra una gran valentía y me permite seguir con las investigaciones.
–Volviendo al contenido del libro, el secesionismo desdeña todo lo relacionado con la trama rusa, como si únicamente fuese el delirio de un personaje estrafalario, Víctor Terradellas, el enlace de Puigdemont con Rusia.
–El secesionismo dice que Terradellas no era nadie, pero Mas le contrata, le pone al frente de la fundación Catdem, le encarga ser el responsable de internacional de CDC y, cuando Mas se va, Puigdemont hereda sus servicios. Es decir, no era alguien irrelevante, como dice el independentismo ahora.
–Lo que se desprende de los movimientos de estos personajes es también un punto de temeridad, de buscar la ayuda de gente realmente peligrosa.
–El problema es buscar explicaciones racionales cuando estamos en un escenario que Trump hubiera definido como de verdades emocionales o hechos alternativos. Es decir, el independentismo desde 2011 se mueve en el plano de lo imposible y hay unos delirios tan grandes que, cuando llega el momento de declarar la independencia y se dan cuenta de que no van a tener ni un solo apoyo internacional, apenas les quedan dos elementos, y ellos mismos lo dicen, que son China o Rusia.
–Rusia, o cierto entorno del Kremlin, sí responden.
–Van a la desesperada y solo les hacen caso una serie de elementos rusos que están en lo de la guerra híbrida... El mismo tipo de personajes que interfieren en las elecciones en EE.UU. de 2016 con el robo de los correos de Hillary Clinton que luego pasan a Julian Assange y ayudan en la victoria de Trump... La confluencia del crimen organizado y los intereses del poder ruso en nuestro país hacen que Rusia tenga interés en una España desestabilizada. ¿Y cuál es la crisis más grande que puede darse en España? Pues la propiciada por el independentismo. Y Puigdemont se prestó a a ello. El mismo esquema de intervención que tuvieron en el Reino Unido con el Brexit, en Francia con el Frente Nacional o en Italia con la Liga Norte.
–Y el independentismo se presta a ello.
–El problema es que una serie de elementos no de ERC, sino del entorno de CDC, se creyeron que eso iba en serio. El hecho de que, en mi opinión, eso fuera una ridiculez, casi una opereta, no quita que eso pueda ser delito. Se puede estar haciendo el ridículo y a la vez intentar romper el marco constitucional con una especie de ópera bufa.
–Lo que llama la atención es que estos contactos prosiguen después del otoño de 2017, incluso después de que comience a publicar sobre ello.
–Alay, jefe de la oficina de Puigdemont, y Boye viajan varias veces a Rusia. Buscaban por cualquier medio forzarle la mano al Gobierno. Si luego ves los contactos de Puigdemont en Bruselas, por ejemplo con la eurodiputada letona Tatjana Zdanoka, que se ha descubierto que se coordinaba con el KGB, entiendes que no son movimientos aislados.
–Y en todo este embrollo, Julian Assange como estrella invitada.
–Lo importante son los hechos: había un congresista republicano, Dana Rohrabacher, muy trumpista, que iba mucho a Moscú. En uno de sus viajes para en Londres y va a la embajada ecuatoriana donde estaba refugiado Assange. Unos días después, este empieza a tuitear en catalán, defendiendo la independencia y criticando la represión española. Antes, a Rohrabacher se le había visto en Barcelona con Puigdemont, a quien había recibido en el Capitolio. El repentino interés de Assange por Cataluña, sus contactos con la inteligencia rusa... El esquema se repite.