El primer mes de vacunación del coronavirus se salda con 9.368 personas inmunizadas en la Comunidad Valenciana

Un descuadre que se espera que la farmacéutica compense a mediados de febrero. La región, que arrancó bajo mínimos y despegó hasta situarse en cabeza a nivel estatal, había administrado hasta este miércoles 110.197 dosis, el 75,6% de las recibidas desde el 27 de diciembre, incluyendo las de Moderna.

La Conselleria de Sanidad ha frenado en seco la administración de las primeras dosis hasta que cuente con suficiente almacenaje para garantizar la segunda inyección a residentes, dependientes y profesionales sanitarios que ya habían empezado la inmunización.

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De momento, solo 9.368 personas -el 9,3%- han completado el proceso, aunque con el envío de la farmacéutica recibido este pasado lunes al final de la semana ese procentaje podría elevarse hasta el 44,6%. Cumpliendo esos plazos, y teniendo en cuenta que para la vacuna desarrollada por Pfizer y BioNTech el intervalo entre dosis es de 21 días, mientras que para la de Moderna es de 28, la inmunización estaría asegurada para los colectivos de la primera fase del plan, puesto que la segunda inyección se empezó a administrar el 17 de enero.

No osbtante, como es lógico, el ritmo de vacunación que la Comunidad Valenciana había alcanzado no se reestablecerá hasta dentro de unas semanas, teniendo en cuenta que se ha añadido también a ese primer grupo al personal sanitario que atiende a pacientes sin mascarilla durante más de 15 minutos, como los odontólogos. Posteriormente llegará el turno de los 276.531 mayores de 80 años que residen en las tres provincias.

La Agencia Europea del Medicamento autorizó a principios de enero el uso de seis dosis por cada vial de Pfizer, aunque para aprovechar todo su contenido se necesita una jeringa de un mililitro, algo que muchas regiones no habían previsto. Al respecto, el departamento que dirige Ana Barceló asegura que, desde esa autorización, la Comunidad Valenciana ha exprimido al máximo los viales entregados. De hecho, se ha adquirido un cargamento con cuatro millones de jeringas, cien mil de las cuales ya se han repartido entre los centros de salud.

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En paralelo, la Generalitat investiga la vacunación de cargos públicos que no estaban dentro de los grupos prioritarios, -hasta 200, según el presidente Ximo Puig-, a los que se les ha negado la segunda dosis. Este escándalo ha evidenciado la falta de un protocolo específico que determine a quién deben inyectarse las dosis que sobran al final de cada jornada, puesto que el plan estatal, consensuado entre el Gobierno central y las comunidades autónomas, no contempla este supuesto pese que es una de las características de esta campaña.

La Conselleria de Sanidad ha tenido que añadir un epígrafe al documento remitido a los departamentos de salud, recomendando que los preparados sobrantes se inyecten a las personas que estén dentro del siguiente grupo prioritario tras los ancianos en residencias, el personal que los atiende y los sanitarios en primera línea. Es decir, los mayores de 80 años que no están institucionalizados.

En otros procesos, como el de gripe, el preparado se recibe en monodosis que se administran directamente al paciente. Pero en el caso del covid-19, tanto Pzifer como Moderna han optado por viales -tarritos de plástico- que contienen varias inyecciones para agilizar su producción a gran escala. Por tanto, tras un proceso logístico complicado, cuando las dosis al fin llegan a los centros de salud y las residencias, esos viales que contienen hasta seis pinchazos cada uno, se reconstruyen con suero fisiológico para extraer el líquido con una jeringuilla.

Cuando ese proceso se ha completado, ya no hay marcha atrás. Al terminar la jornada, los viales que no se han utilizado se guardan para la siguiente, puesto que pueden aguantar hasta cinco días fuera de los ultracongeladores, en neveras a una temperatura de entre dos y ocho grados. Pero uno abierto y reconstruido debe inocularse en las siguientes seis horas para que las dosis sean efectivas

Las vacunas se distribuyen en función de una programación preestablecida y de unas cantidades previamente calculadas. ¿Qué ocurre entonces si los residentes o los sanitarios a los que se espera vacunar ese día son impares? ¿Quién decide?

Los departamentos de salud de las tres provincias tienen autonomía para gestionarlas porque conocen más de cerca la realidad de cada paciente y deciden, en un momento dado, qué se hace con un bien tan escaso como necesario en estos momentos, que en ningún caso puede desperdiciarse. En cualquier caso, y para evitar arbitrariedades, la Generalitat ha dejado por escrito esa recomendación, aunque los sanitarios siguen pidiendo que se clarifique con mayor precisión este punto.

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