punto de fuga
El precio de la demagogia
Aunque acaso algo tarde, al fin ha llegado el momento procesal en que resulta ineludible aplicar la cirugía presupuestaria al núcleo duro del Estado del bienestar. O, si se quiere hablar con algún rigor, al sucedáneo de Estado del bienestar que en España pasa por ... tal. De ahí lo muy inevitable de esa tasa de un euro para los fármacos, la misma que los eruditos de cierta prensa se han apresurado a llamar «copago» sin bochorno aparente de nadie. Una medida que ha vuelto a reabrir la caja de Pandora de la demagogia garbancera tan cara a los populistas de todos los partidos. Pues de sobra es sabido que aquí los servicios públicos, sin excepción, han de ser gratis total. Igualito que el perejil en las fruterías y el gasto de saliva en las tertulias radiofónicas. Recuérdese si no lo sucedido cuando sus propios conmilitones del Tripartito forzaron a Marina Geli, la entonces consejera de Sanidad, a rogar perdón por su grave pecado de lesa progresía.
Y es que a la buena señora se le había ocurrido proponer algo similar: cobrar un euro por consulta médica. Y ello con el argumento de que el sistema iba derechito de la quiebra. Un anatema que a punto estuvo de costarle su carrera política en el bando de los virtuosos. Corría el año 2004. Y ya entonces el consumo de medicamentos de los pensionistas españoles superaba en un cuarenta por ciento al de sus homólogos en países tan atrasados y paupérrimos como Bélgica, Dinamarca, Suecia, Italia Francia, Alemania o el Reino Unido. Territorios todos ellos donde los jubilados contribuyen con algún tipo de desembolso al pago de los fármacos. Sí, han leído bien, un cuarenta por ciento. Por lo demás, añádase que el setenta por ciento de las recetas farmacéuticas se concentran en un veinte por ciento de la población que está exenta de pago. Cualquier alumno de primero de Económicas lo sabe: precio cero; demanda infinita. Apenas un euro. ¡Y arde Troya!
Ver comentarios