LA NADA NADEA
Despertares
He soñado que llegaba a casa y me encontraba a un señor de Goldman Sachs sentado en mi sillón, vistiendo mi ropa. Me preguntaba: ¿Quién eres? Abría mi nevera, ojeaba mis libros, usaba mis contraseñas en mi ordenador y se acostaba en mi cama
JUAN CARLOS GIRAUTA
He soñado que llegaba a casa y me encontraba a un señor de Goldman Sachs sentado en mi sillón, vistiendo mi ropa. Me preguntaba: ¿Quién eres? Abría mi nevera, ojeaba mis libros, usaba mis contraseñas en mi ordenador y se acostaba en mi cama enfundado ... en mi pijama. Es lo que tienen los tecnócratas, que usurpan funciones y toman posesión con gran naturalidad.
Lo más interesante es que no hay nada que hacer. Los señores de Goldman Sachs trocados en primeros ministros tienen toda la legitimidad democrática exigible; ahí están sus mayorías parlamentarias para demostrarlo. En cuanto al otro, el nuevo mandamás de la gruta llamada Banco Central Europeo, su legitimidad democrática no se plantea. Sería de lo más peregrino exigírsela a él, precisamente, cuando el entero entramado burocrático europeo se adorna con un Parlamento sin poder legislativo y con una Comisión que copa dos de los tres poderes de Montesquieu. Y a veces los tres.
Europa es un gran déficit. Es el recalcitrante déficit presupuestario de sus miembros periféricos, el congénito déficit democrático de sus instituciones, el déficit fatal de liderazgo en un continente que había levantado en la tierra el paraíso igualitario del Estado del Bienestar. Nací a principios de los años sesenta y me ha sido dado contemplar maravillas sin parangón en la historia: una democracia regalada, la cómoda superioridad moral de mi etapa izquierdista, la construcción de una sociedad irresponsable… La utopía realizada. Un oasis entre la generación de las guerras, de las hambres, y la generación de los sobradamente (pre)parados.
Sin embargo nada en el universo puede sustraerse a la entropía, al desorden de los sistemas. Alguien tuvo la feliz ocurrencia de crear una moneda única para precipitar la verdadera Europa unida, monstruoso experimento de ingeniería social que la fuerza de la lógica iba supuestamente a dulcificar promoviendo paulatinas armonizaciones. Cedida —en pos de un orgasmo crediticio— esa parte nuclear de la soberanía que consiste en emitir tu propia moneda, despertamos a la vera de una dominante ama alemana. Y esposados.
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