De antis y políticos

En la época que recordamos, se publicaba Fiesta Brava, un semanario en el que escribían notables críticos y que tenía corresponsales en toda España. La publicación estuvo en los quioscos desde 1926 hasta 1934, y era un altavoz de lo que sucedía en los ruedos de la Ciudad Condal, en otras plazas catalanas y en los principales cosos del resto de España. En aquel mes de mayo de hace noventa años, en el editorial «Desde mi atalaya», se daba cuenta de lo mucho que significaba la afición y la tradición taurina en Cataluña. «Contagiadas las demás regiones de esta ubérrima y voluntariosa tierra catalana, de la ejemplaridad y tesón demostrado por la empresa Balañá para dar un mentís a los que pretenden y sustentan la rancia y olvidada tesis de que la fiesta taurina no tiene adeptos en Cataluña». Y lo demuestra con datos, con las nueve corridas que se dieron en aquel mes de mayo, además de las de Figueras, Tarragona y las tres de Lérida.

La lucha contra los antitaurinos se ganó durante muchos años con la apabullante verdad de un espectáculo vivo, que estuvo íntimamente ligado a la sociedad barcelonesa. Otra cosa fue el acoso político, que ahí la gran empresa replegó velas. La Fiesta como arma arrojadiza, como manejo identitario, y en esa lucha el «tesón y los arrestos» que definieron al viejo Balañá ya no eran los mismos.