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Vueling

«Que alguien me explique qué pasa con esta compañía»

Afectados por la situación anárquica de Vueling explican a ABC sus problemas con la aerolínea

Personal de facturación de Vueling atiende a los viajeros en el aeropuerto de El Prat EFE

M. RUIZ DE ARCAUTE

Tras un fin de semana caótico, los problemas que arrastra la aerolínea Vueling desde finales de la semana pasada continúan enquistados a esta hora a pesar de los esfuerzos anunciados por la compañía para enmendar la situación.

En el aeropuerto de El Prat, principal foco afectado por los retrasos y cancelaciones , las colas para facturar en sus mostradores se prolongan a lo largo de varias decenas de metros. Rosa y Alberto volarán, si todo se desarrolla según lo previsto, con un retraso de dos horas y cuarto a Menorca, donde esperan pasar unos días de vacaciones. Por el momento, a pesar de este cambio de hora que trastoca ligeramente sus planes de viaje, no se plantean reclamar. Si finalmente lo hacen, «lo más efectivo será hacerlo de manera colectiva para que el ruido sea mayor», apunta.

Largas colas ante los mostradores

En los mostradores de atención al cliente, sin embargo, los gestos ceñudos son más visibles sin llegar al extremo de la crispación. Unas 40 personas hacen fila bajo el escrutinio permanente de las cámaras de televisión apostadas, que no dejan de crecer en número a lo largo de la mañana.

Entre retrasos, cancelaciones y problemas derivados de la falta de coordinación encadenada, las ventanillas echan humo. «No pienso volar con Vueling nunca más», comenta Nora Reichard , ciudadana neoyorquina de viaje por España a la que le han dicho que tendrá que abonar 109 euros para comprar otro billete después de que un cambio de puerta de última hora en su avión la haya dejado en tierra.

«Nadie nos da explicaciones de nada»

«Nadie nos da explicaciones de nada», lamenta el matrimonio de Eraklis y Aglaia Michalopoulos , que esperan tener noticias de su avión de vuelta a Atenas después de que el vuelo que tenían previsto ayer se cancelara y la compañía les dispusiera un hotel para pasar la noche.

Por su parte, Sandrina Gamalero , francesa afincada en Barcelona, acumula cinco visitas a los mostradores para poner en orden los vuelos de su hijo y de unos trabajadores de su empresa. «Que alguien me explique qué pasa con esta empresa, porque no entiendo nada», exclama mientras explica que los billetes que le han impreso no se corresponden con los que ella había adquirido tras un cambio en las reservas. Si todo va bien, Rosa y Alberto no tendrán que unirse a la cola. Por ahora, sin embargo, nada está asegurado.

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