Quim Barnola presenta el libro «Desalmados» con un coloquio que aborda la espiritualidad
El periodista televisivo tratará este jueves en la librería Alibri la ausencia de alma en el mundo actual con representantes de distintas religiones
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Barcelona
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Iniciar sesiónYa casi nadie hace examen de conciencia porque la mayoría siente vértigo al estar solos consigo mismo sin ninguna otra distracción que sus pensamientos. Mucho menos se reza y, en cambio, esa práctica se sustituye por plegarias al Universo mientras se quema un palito de ... sándalo. Igual se opta por las sesiones de mindfulness en vez de recurrir a la introspección que marca el ancestral «conócete a ti mismo», máxima filosófica inscrita en el templo de Apolo en Delfos que implica una profunda reflexión sobre nuestra humanidad, creencias, actuaciones y valores. La mayoría de la sociedad está compuesta por seres desalmados, pero no en el sentido que apunta al horror, el espanto o la consternación del lado más oscuro de la naturaleza humana. «Desalmados. Sin alma: la crisis de la espiritualidad» (Editorial Erasmus), así se titula el libro de Quim Barnola que este jueves se presenta en la librería Alibri a las 18,30h en la barcelonesa calle de Balmes, 26.
La presentación de la obra emula la faceta periodística en televisión de Barnola, también graduado en Humanidades y crítico de literatura de no ficción, ya que replica el programa de análisis El Vespre que ha presentado y moderado hasta ahora en el Canal 24H de TVE en Cataluña, pero en esta ocasión, el coloquio se centra en analizar la espiritualidad en el mundo de hoy y los contertulios no son tertulianos de medio pelo, sino Antonio Matabosch, arzobispo de Barcelona; Mohammed Halhoul, secretario general de la Federación Consejo Islámico de Cataluña; David Libershon, de la comunidad judía de Barcelona Jabad Lubavitch; Emilio Egea, de la comunidad Basá'í y Xavier Artigas de la Fundación Centro del Tibet Barcelona.
El libro se desarrolla a partir de una amplia revisión de fuentes filosóficas donde el autor profundiza en cómo abordar la espiritualidad de una forma acorde a nuestros tiempos y se responde a la eterna pregunta: ¿Somos algo más que materia? Está claro que vivimos en un mundo tecnológicamente todopoderoso, pero profundamente inhumano e ignorante, un mundo en que, citando palabras del lúcido Kojève, el hombre no será feliz, pero estará satisfecho. Estamos, eso sí, distraídos constantemente. Y no hay mejor camino para ser infeliz que buscar constantemente la felicidad, de manera que se antoja que lo único a lo que podemos aspirar es a ser felizmente infelices.
Abunda el pensamiento débil, un mundo donde todo es relativo por posmoderno y en el que, de manera totalmente absurda, se defiende que cualquier bobada excretada por un ignorante debe ser igual de respetada que la opinión de Aristóteles. Y encima se ofenden cuando reclaman: «respeta mi opinión» como si fuera una prolongación del respeto humano y como si todas las opiniones fueran iguales. Caminamos de forma inexorable hacia un mundo profundamente deshumanizado y oscuro, en el que las nuevas generaciones cada vez poseen menos cultura humanística, es decir, donde cada vez son más ignorantes, hasta el punto de que Orwell se quedó corto con sus predicciones.
La oposición entre materialismo y metafísica ha sido -y sigue siendo- una de las grandes confrontaciones en la historia de la humanidad; sea cual sea la época, sea cual sea la cultura. De esta manera la propia idea de espiritualidad ha ido evolucionando y adaptándose a nuevos contextos, siendo capaz de reformular su presencia ante el avance de los descubrimientos científicos. Contando con toda esta herencia filosófica, Quim Barnola analiza en su libro Desalmados el papel de la espiritualidad en nuestra sociedad, aún presente y necesaria, aunque al mismo tiempo caricaturizada como objeto de consumo en no pocas ocasiones. También aborda la existencia de algo supramaterial a partir de las llamadas «experiencias cercanas a la muerte». Un ámbito en el cual se sirve de estudios médicos y físicos para dar sentido racional a lo que multitud de corrientes espirituales vienen planteando desde el el inicio de la humanidad: ¿somos algo más que materia?
Vivir permanentemente distraídos
¿Cuándo dejaste que la tecnología dominase tu vida? ¿Qué objetivos lograrías si fueras dueño de tu tiempo? ¿Que nos empuja a la distracción permanente y nos impide recuperar el control de nuestra vida, alcanzar metas y aprovechar lo mejor de la tecnología sin que nos controle? A muchos, estas distracciones se les van de las manos y les dejan con la sensación de que han perdido el control de sus decisiones porque han sido manipulados y les hacen perder el tiempo. En el futuro habrá dos tipos de personas en el mundo: las que permitan que sean otros quienes controlen y coarten su atención y sus vidas, y las que puedan definirse con orgullo como «inmunes a la distracción»
Quim Barnola defiende en su libro Desalmados que las personas espiritualmente inteligentes viven con la máxima intensidad el ahora, sin prestar atención al pasado ni al futuro, sin distraerse demasiado. Y cita al filósofo y teólogo Francesc Torralba que afirma que las personas espirituales gozan intensamente del ahora y ello es la fuente de su alegría. No es su alegría un estado de ánimo suscitado por un objeto de consumo, un éxito puntual o por un reconocimiento público. Esta emerge de las profundidades, del hecho de existir ahora, de gozar de la belleza que hay en las cosas,
El propósito del libro, confiesa su autor, no es otro que generar una reflexión sobre la necesidad de armonizar la ciencia y la espiritualidad partiendo del agnosticismo y procurando evitar el efecto «semel credidisse» (una vez creí) por el cual el que ha creído o ha estado expuesto a alguna religión o ha estado en contra, algo retiene. Por lo que ha estudiado Barnola, las experiencias cercanas a la muerte son un indicador bastante plausible de que algo hay más allá. No lo dicen dos ni cuatro, lo dicen miles de personas que las han vivido y coinciden en el mismo relato. No lo dicen pseudocientíficos de poca monta, lo investigan y lo corroboran algunos de los físicos teóricos y médicos mejor formados del planeta.
Einstein decía que «toda física es una metafísica». Y al parecer es ahí donde está el debate. Más allá de la investigación científica, nuestro camino espiritual, sea cual sea, será beneficioso, según Francesc Torralba, que relata una serie de puntos en los que puede influir en nuestra vida: aporta riqueza interior, da profundidad en la mirada y conciencia crítica y autocrítica, facilita calidad en las relaciones, otorga autodeterminación, sentido de los límites y el conocimiento de las posibilidades, además de aportar transparencia y receptividad y, en definitiva, conceder el equilibrio interior.
Buscar nuestro sentido espiritual significa preguntarnos por nuestra existencia y encontrar caminos que nos saquen del atolladero. Blaise Pascal en su obra «Pensamientos» relaciona directamente la ignorancia espiritual con la necesidad del bullicio, del movimiento, de la diversión externa. Con el objetivo de evitar la introspección que nos asusta, que es tediosa, vertiginosa. Por eso, porque hemos perdido el oremus, no cesamos de distraernos constantemente y de caer en manos de una eterna procrastinación que aplaza constantemente lo importante: nosotros mismos.
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