«Diferentes uniformes con un mismo objetivo»: a la caza del multirreincidente en Barcelona
Más de mil agentes de Mossos, Guardia Urbana y Policía Nacional se despliegan, también en Badalona, Hospitalet y el aeropuerto, para saturar el espacio e «incomodar la vida» de los delincuentes
«Van a por ti»: los delincuentes que tensan la noche de Barcelona
Cotejo de huellas para cazar a multirreincidentes europeos con identidades falsas

Seis de la tarde en plena Rambla del Raval, en su confluencia con la calle Sant Pau. Un punto conflictivo donde se dan cita delincuentes habituales, conocidos por los agentes que patrullan la zona, los denominados multirreincidentes. Policías de paisano y ... también uniformados se despliegan para identificar a un grupúsculo en el que topan con varias caras conocidas. Entre ellas, la de un joven de 19 años, con una docena de antecedentes por robos con violencia y delitos contra la salud pública. Ataviado con gorro morado y camiseta azul, los Mossos lo cachean -le revisan incluso el pelo- contra el capó de una de las patrullas. Poco después, le dejan marchar, tras incautarle una pistola de juguete. «Aunque no sea peligrosa, si te la pone en la espalda…», explica uno de los funcionarios. Al individuo no le consta ningún requerimiento pendiente, así que puede irse. «Nos vemos cada día, ya somos familia prácticamente», bromea otro de los agentes del Grupo Regional de Delincuencia Urbana, los denominados 'furas'.

Precisamente esa es la problemática que ha llevado a los Mossos d'Esquadra a diseñar un plan, bautizado Kanpai, para saturar la vía pública y, con una demostración de fuerza, acabar con la sensación de impunidad y evitar que los delincuentes multirreincidentes campen a sus anchas, no solo por la capital catalana, sino también por el área metropolitana: Hospitalet, Badalona, el aeropuerto e incluso el transporte público -principalmente, el metro-, ya que la presión policial en Barcelona ha provocado que algunos busquen 'oportunidades' en los municipios limítrofes. En su primer día de despliegue, este viernes, 1.000 agentes, tanto del Cuerpo catalán, la Urbana y la Policía Nacional, patrullaron las calles durante 24 horas, en un macrodispositivo que se saldó con un centenar de detenidos y más de 300 denuncias.
«Orden, paciencia, profesionalidad y buen servicio a todos». Así finalizaba el multitudinario 'briefing' en la comisaría de los Mossos de Sant Andreu (Barcelona) que dio inicio esta nueva estrategia de la Policía catalana para «incomodar la vida» de los multirreincidentes. «En 25 años de carrera en Seguridad Ciudadana no he visto ningún dispositivo así», apuntó ante decenas de agentes el subinspector Carles Cavas, 'Gaudí 13', para arengar a la tropa. «En esta sala hay diferentes uniformes con un mismo objetivo. Un objetivo que está ahí fuera: la multirreincidencia, ¡vamos a darle caña! Salimos a hacer aquello que sabemos hacer».



A su lado, el jefe regional de Seguridad Ciudadana en Barcelona, el intendente Rafael Tello. «Es un dispositivo de grandes dimensiones. Durará 24 horas, en tres turnos. Por la mañana, nos centraremos en motos robadas y patinetes, medio de huida de muchos delincuentes. Por la tarde, en locales conflictivos y en el metro. El objetivo es incomodar la vida del delincuente, invadiendo el espacio. Hacérselo más complicado a aquellos que delinquen», apuntaba, antes de anunciar que, tras las directrices operativas, cada uno de los agentes recibirían una hoja de control que deberían entregar una vez finalizado el servicio, coordinado por el Cecor central.

En las mismas instalaciones, también se dirigía a los agentes un mando de la Policía Nacional, José Luis. «Buscamos delincuentes con antecedentes», anticipaba, antes de detallar los objetivos en cada distrito. Entre estas, bandas juveniles. Y hasta ahí podemos leer para «no dar pistas a los malos», pedía otro de los agentes. La finalidad del despliegue: «Las personas que hacen del delito su 'modus vivendi'», precisó el intendente Tello ya a las puertas de la comisaría, antes de comenzar el segundo turno de la puesta en marcha del plan Kanpai. Y es que solo durante 2024, la Policía detuvo en Barcelona a 452 multirreincidentes que acumulaban 3.600 arrestos, por perpetrar más de 9.100 delitos. Es decir, a una media de una veintena por cabeza.
Entre ellos hay varias tipologías. Desde quienes han convertido la delincuencia en su 'modus vivendi' y expanden su actividad por la geografía española (de Barcelona a Ibiza, Málaga o Marbella), en ocasiones porque forman parte de grupos organizados; a quienes actúan por necesidad, pertenecen a entornos marginales o su toxicomanía les lleva a delinquir para conseguir una nueva dosis. Todos ellos se encuadran dentro de la categoría de multirreincidentes pero, tal y como precisa el intendente Toni Rodríguez, artífice del nuevo plan, el modo de combatirlos no puede ser el mismo. La actuación policial tiene que ir acompañada de otras intervenciones, como la de Servicios Sociales. El eje vertebrador de Kanpai es la coordinación.
El abordaje de este fenómeno incluye la denominada inteligencia policial, que no es más que la acumulación y estudio de datos para lograr ser más efectivos, así como más recursos, y cooperación entre Cuerpos policiales, e incluso vigilantes de seguridad privada para limitar las oportunidades de los delincuentes.
En el metro, además de agentes de paisano, trabajadores de TMB se despliegan para pedir los títulos de transporte y la documentación a diferentes viajeros que se apean de la línea 4 en la parada de Urquinaona. Identificaciones aleatorias en las que se verifica si cuentan con requerimientos -judiciales o policiales- pendientes, y en las que también se comprueba si cuentan con antecedentes. Uno de los chavales a los que un binomio da el alto se identifica con su móvil, al contar ya con el nuevo DNI digital.
El despliegue atrae la mirada de no pocos pasajeros, y se salda sin incidentes.
Sensación de seguridad
De vuelta a la Rambla del Raval, tras irrumpir en el bar Al-Andalus, decenas de agentes cachean a varios de los sospechosos detectados. En el interior del local, tres hombres cuchichean nerviosos ante la presencia policial. Uno de los mandos del dispositivo explica a este diario que es lugar de reunión habitual de los delincuentes de la zona, de ahí que sea uno de los objetivos fijados en el despliegue de la tarde. Por la noche será el turno de los locales de ocio.
En medio del trajín, una anciana trata de abrirse paso con su andador. Es uno de los agentes de paisano quien se apresura para ayudarla, mientras otro de sus compañeros, uniformado, cachea a un delincuente habitual. La escena ejemplifica el principal objetivo del plan Kanpai: extender la percepción de seguridad entre la ciudadanía.
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