Las centrales nucleares catalanas confían en que el Gobierno retrase su cierre por la situación energética mundial
La guerra de Ucrania y la dependencia de energía con Rusia pueden modificar el plan de ruta del Ejecutivo
D. F.
Barcelona
Cataluña tiene tres centrales nucleares -Ascó I, Ascó II y Vandellòs II- que tienen los años contados. Y es por ello que la Asociación Nuclear Ascó-Vandellòs (ANAV), que opera las centrales nucleares de Ascó I, II y Vandellòs II, busca generar electricidad más ... allá del calendario de cierre actualmente previsto. Desde la agrupación confían en que la revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) prevista para este 2023 el Gobierno se replantee la posibilidad de alargar la vida de las plantas ante el contexto actual, ya que su cierre previsto está contemplado entre 2030 y 2035.
El motivo principal que justifica su petición es el panorama energético mundial en el que con la guerra de Ucrania se ha desatado también un conflicto de intereses económicos y energéticos. Los chantajes rusos con el gas y la electricidad no estaban presentes hace dos años, cuando se aprobó la hoja de ruta energética española y esto puede hacer cambiar de parecer al gobierno central.
Así lo ha manifestado la directora de Comunicación de ANAV, Montse Godall, en una visita con periodistas a la central nuclear de Ascó, donde ha asegurado que tanto Ascó I y II como Vandellòs II tienen, a día de hoy, «la vista puesta» en operar a largo plazo, para lo que cada año mantiene inversiones millonarias en su programa de mejora continua de seguridad e incorporación de buenas prácticas y experiencias operativas. A su juicio, Ascó y Vandellòs no tendrían problema para seguir funcionando otros veinte años más y por ello, a día de hoy, siguen trabajando con esa perspectiva de «ir más allá».
Los tres reactores de ANAV -cuyas propietarias en distinto porcentaje son Endesa e Iberdrola- produjeron el 10% de la electricidad en España y cubrieron en torno al 55% de las necesidades energéticas de Cataluña en 2022. Godall asegura que estas tres centrales son ahora más modernas y seguras que cuando comenzaron a operar en 1984, 1986 y 1988, respectivamente, mientras que el calendario de cierre pactado entre el Gobierno, a través de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA) y las propietarias de las centrales nucleares contempla el cierre de Ascó I en 2030, de Ascó II en 2032, y Vandellòs en 2035.
Mejoras tras el accidente de Fukushima
Entre las últimas mejoras derivadas de las pruebas de resistencia que se realizaron en el parque nuclear europeo tras el accidente de Fukushima (Japón), en el marco de las lecciones aprendidas de aquel siniestro, cada central española ha construido un Centro Alternativo de Gestión en Emergencias (CAGE), un bunker en cada emplazamiento desde el que el personal puede operar la planta en una situación de emergencia de manera totalmente autónoma, sin ayuda externa, durante 72 horas.
El CAGE dispone de un área para la operación remota de la central, consultorio médico y una zona residencial, equipada con todo lo necesario para vivir al menos tres días y, por otro lado, la central, dispone de suministro diesel para al menos una semana.
En el caso Vandellòs, el CAGE tiene capacidad para unas 70 personas y el de Ascó (con dos unidades), para unas 120, que tendrían la misión de mantener las condiciones de operación segura de la central en el peor escenario posible. Godall ha señalado que, por ejemplo, para la central de Ascó, las pruebas de resistencia postularon la posibilidad de la rotura de las tres presas aguas arriba del Ebro, río que suministra de agua a la planta.
Residuos a la espera de un almacén definitivo
Durante 2023 Ascó tendrá que acometer su parada programada para la recarga de combustible, que se realiza cada año y medio, normalmente en primavera y otoño, las épocas de menor demanda energética. Pero no será la única gran operación en la planta tarraconense a lo largo de este año, ya que en febrero llenarán tres contenedores, cada uno con 32 elementos de combustible gastado que ahora están en piscinas para su traslado y depósito en seco en el almacén temporal individualizado (ATI).
El ATI de Ascó es una losa de hormigón al aire libre, ubicado en el propio emplazamiento, sobre la que se depositan los contenedores que alojan los residuos radiactivos gastados. En la actualidad, la plataforma I dispone de 16 contenedores y la plataforma II, 12 contenedores.
En este momento hay espacio libre para ocho contenedores más, suficiente para depositar temporalmente los residuos de la operación de la planta hasta 2026, por lo que este depositorio tendrá que ser ampliado, en línea con lo que marca el VII Plan General de Residuos Radiactivos -pendiente de aprobación- para poder acoger los residuos de la operación total de ambas unidades que, de acuerdo con el actual calendario de cierre, terminará en 2030 y 2032 respectivamente.
La directora de comunicación ha señalado que ya se han iniciado todos los trámites administrativos para su construcción y comenta en este sentido que, aunque la obra es relativamente sencilla y rápida, la fase previa de permisos puede alargarse por encima de un año.
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En concreto, a partir del mes de febrero se llenarán con el combustible gastado en las piscinas de Ascó II tres contenedores (se tarda dos semanas en cada uno) para su traslado al ATI, situado en el mismo emplazamiento. Así, a lo largo de este año quedarán libres tres contenedores de Ascó II y dos contenedores de Ascó I. En dos contenedores cabe el combustible equivalente de un ciclo de operación. Vandellòs II, por su parte, mantiene todos sus residuos en las piscinas de combustible gastado.
En esta misma línea, el director del Foro de la Industria Nuclear, Ignacio Araluce, ha defendido la estabilidad en el suministro que proporciona la energía atómica frente a otras energías y su contribución a la transición energética dado que la nuclear es una energía libre de CO2.
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