Acuerdos de Comunidad

No vivimos tiempos proclives al diálogo y al acuerdo. Castilla y León no es ajena a los vientos de polarización que circulan por el territorio nacional y que han llevado a la imposibilidad de llegar a acuerdo alguno entre las fuerzas políticas moderadas. Desde el Gobierno se ha alentado profundizar en una trinchera que cada vez parece más insalvable y que terminará por arrastrarnos, no a la ruptura del país, pero si al empobrecimiento en todos los sentidos del término.

Desde el funesto 'no es no' y 'que parte del no, no ha comprendido', el diálogo entre el PP y el PSOE es imposible. La cosa ya comenzó por Zapatero, pero la distancia se ha ido incrementando y desgraciadamente ha impregnado a todas las instituciones de la nación. Hoy no hay acuerdo posible de centro, ni de izquierda con la derecha o viceversa. Solo queda el recurso de la izquierda con sus extremos o la derecha con los suyos, o el estrambótico acuerdo progresista de la izquierda con los conservadores nacionalistas e independentistas. Con este escenario general, pensar en un acuerdo en Castilla y León, cuando las Cortes se han convertido en un auténtico campo de batalla, parece quimérico. Pero como la esperanza es lo último que se pierde, deberíamos hacer votos por dar una oportunidad al encuentro de hoy, porque los temas son vitales: sacar a la sanidad del pim, pam, pum político y protegerla como lo que es, un preciado talismán que nos afecta a todos; apostar por un corredor en el que nos va mucho para el desarrollo presente y futuro y para evitar que se amplíe la distancia con el arco mediterráneo; y nada menos que la financiación autonómica, donde la postura de comunidad es clave para defender la suficiencia económica para el mantenimiento de nuestro estado del bienestar. Son razones muy potentes para dejar a un lado las diferencias políticas y servir de verdad a la comunidad. No sé si el argumento es suficiente, pero ahí queda.