ruido blanco

Paradoja de belén

Hay algo cautivador y hermosamente pueril en contar mil veces esa historia épica

Cruz de navajas

El otro referéndum

I. TOMÉ

De las tradiciones de Navidad siempre me fascinó la de montar belenes. Hay algo cautivador y hermosamente pueril en contar mil veces esa historia épica que cada familia o comunidad acomoda a su paisaje y circunstancias. A pesar de que se trate del nacimiento de ... Dios necesitamos sentirlo cercano y hacemos belén a nuestra imagen y semejanza. No en vano si como dicen Dios está en todas partes, Jesús también pudo nacer en cualquier lugar y quizá con cierta soberbia (aunque esta es la única vez que no es pecado) todos nos empeñamos en que el portal estuvo a unas pocas calles de aquí. Los belenes de mis amigos de Valladolid suelen ser sobrios y llanos, de horizontes lejanos por donde se atisba un rebaño con pastor y a los Reyes Magos. También los de sus iglesias, extensos y hundidos en el frío de un páramo, a no ser que a los parroquianos les haya dado ese año por inspirarse en un paisaje invitado. En mi casa nunca hubo un belén mesetario. Al tener las raíces en la sierra de Béjar, al sur del sur de la provincia de Salamanca, lo primero que debe tener nuestro Belén son montañas. En cómo será la sierra y sus cuevas se inicia la tradición navideña cada año. Suelo encargarme de arrugar el papel roca y sujetar los corchos nevados y, a pesar de ponerle intención para no repetir escenario, al terminar recuerda demasiado a la que se veía la mañana de Navidad desde el balcón de mis abuelos. Coloco algunas casas al borde del desfiladero con un camino que baja hasta el río entre horizontes estrechos. Arriba el castillo con Herodes y sus soldados. No es sencillo adivinar Béjar en nuestro belén. Mis tíos van más lejos en dejar meridianamente claro que Jesús vino a nacer en la villa ducal y se pasan las semanas previas fabricando a mano la muralla.

Se cumplen ochocientos años desde que según dicen San Francisco de Asís montara el primer belén en 1223 tras visitar Tierra Santa. Mucho después escribió Chesterton que «la Navidad se basa en una hermosa e intencionada paradoja: que el nacimiento del desamparado se celebre en todos los hogares». Jesús se nos parece y nace en la cálida intemperie de cada casa.

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