«Cada JMJ es distinta, pero de todas sales siendo mejor persona»

Más de 1.500 peregrinos de las diócesis de Castilla y León viajan a Lisboa para participar en Jornada Mundial de la Juventud. En algunas de ellas, la delegación duplica a anteriores citas

La amabilidad de la JMJ

Peregrinos de la Diócesis de Valladolid, tras recoger sus camisetas Iván Tomé

Henar Díaz

VALLADOLID

En su mochila, Inés Fernández guardó un saco de dormir y una esterilla, un chubasquero, crema solar, repelente de mosquitos y «alguna que otra estampita para repartir» a las familias que iban a acogerla. Eso en lo que respecta a lo material, pero, sobre todo, ... de lo que está lleno estos días el petate de esta joven vallisoletana es de «ilusión» y de «ganas de conocer a gente». Es una de las peregrinas que el pasado 26 de julio partió en autobús en dirección al municipio portugués de Aveiro, primera parada que ha hecho la delegación de la Diócesis de Valladolid que acude a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se desarrollará en Lisboa entre el 1 y el 6 de agosto.

En total, son más de 1.500 peregrinos de las diez diócesis de la Comunidad los que ya han partido o lo harán en cuestión de horas. ¿La delegación más numerosa? Valladolid, con un total de 321 integrantes. Seguida por Burgos, con 290 peregrinos; León, con 200, y Zamora, 155. Son números que en algunos casos suponen que hayan tenido que disponer del doble de autobuses que viajaron hasta la JMJ celebrada en Madrid, en el año 2011, la que hasta la fecha recordaban como más numerosa.

¿Las razones? «Son varias», cree Jorge Fernández, delegado de Pastoral Juvenil de la Diócesis de Valladolid. Apunta una de ellas: «Son muchachos que han vivido dos años de su adolescencia en pandemia, con mucha actividad de verano restringida». La otra tiene que ver con «la cercanía territorial», considera Aroha Amaro, miembro de la coordinadora de pastoral de la Diócesis de Palencia: «Como reza la camiseta que vamos a lucir todos los españoles, 'somos los vecinos de al lado'». Su compañero José Luis Pablos, animador de Pastoral con Jóvenes cree que en este mayor interés también ha tenido que ver el «contacto» que han mantenido en el último año con «los chavales». «Lo hemos movido por muchos grupos. Hemos visitado colegios... Y luego se ha corrido el boca a boca. La gente tenía ganas de salir».

De esta diócesis partirán hoy lunes 126 peregrinos. «¡Es un triunfo! Nuestra previsión más optimista eran unos 30», admiten desde la Delegación de Medios de Comunicación.

Si Aroha tuviera que destacar un valor que sale a relucir en cada JMJ por encima de los demás este sería para ella el de «la solidaridad». «Es un encuentro con mayúsculas de la fe de los jóvenes para los jóvenes». En su delegación, la mayoría son «menores de edad» y como ocurre en el resto de diócesis de Castilla y León, el grupo más numeroso lo forman los peregrinos de «entre 16 y 18 años», seguido de los que su edad ronda los 20 ó 25. A ellos hay que sumar en la delegación «los veteranos», que son los sacerdotes, alguna familia, seminaristas y responsables.

Peregrinos australianos camino a Lisboa este lunes a su paso por Valladolid ABC

Hace tiempo que Nuria Heras se decidió a acudir. En 2011 se 'estrenó' en las JMJ en Madrid, a donde viajó con sus padres. Entonces, tenía 16 años. Luego, en 2016 estuvo también en Polonia, pero para ella cada Jornada Mundial de la Juventud «tiene algo diferente», lo que relaciona con la edad en que se vive y el grupo que se comparte. No obstante, también tienen mucho en común, y en ello enmarca la actitud con la que siempre ha ido: «El corazón debe estar un poco preparado para lo que se va a vivir. Así, la experiencia es más enriquecedora». Y hace una recomendación a los 'novatos': «Disfrutar lo máximo posible». Eso sí, advierte, una Jornada Mundial de la Juventud supone algo más que «ir a pasárselo bien una semana». «Es una experiencia de fe que te aporta algo que luego sirve en la vida». La delegación de la Diócesis de Segovia la forman un total de 104 personas.

A diferencia de Nuria, la delegada de Pastoral Juvenil de la Diócesis de Osma-Soria, Julia Gómez, es de las que se estrenan en esta fiesta de la juventud católica. Partió de tierras sorianas el día 26 junto a otros 73 peregrinos para unirse a las más de 300.000 personas de todo el mundo que se esperan en Lisboa. Hasta hoy mismo está en Oporto, participando en los llamados 'Días de las Diócesis' antes de poner un pie en la capital portuguesa. «Elegimos esta diócesis por un hermanamiento con el río Duero». Antes de partir, subieron a los Picos de Urbión y cogieron agua para llevársela a las familias de acogida «por todo el simbolismo que tiene el agua para nosotros, los cristianos». La de Soria, junto a la de Ávila, con 60 peregrinos, es la delegación menos numerosa que ha partido de la Comunidad. No obstante, a las personas que viajan organizadas desde las parroquias, hay que sumar el resto de grupos juveniles y religiosos, como los del Camino Neocatecumenal.

Nuria Heras junto a sus amigos ya en Portugal Cedida

Antes de emprender viaje a Portugal, algunas Diócesis han sido sede de acogida de peregrinos de diversas nacionalidades y también lo serán después del evento. En el caso de Burgos, el número de acogidos se eleva a casi 5.000, entre ellos franceses, italianos y holandeses. También por Zamora han pasado y pasarán grupos de otras nacionalidades y diócesis españolas. Las instalaciones que les prepararon y sus familias reunirán a 90 jóvenes de Honduras, 150 de México, 150 de Madrid, 41 de Barcelona y 107 de EE.UU. Esto tiene que ver con que Castilla y León es, junto a Extremadura, la comunidad española más próxima a la que será sede, a partir del 1 de agosto, de una nueva JMJ. De ahí también que España sea el país con más inscritos para participar en el evento (58.531).

«Abre la mente»

Junto a la vallisoletana Inés Fernández han viajado sus amigas Lucía Rodríguez y Laura Prieto, que acudirán por primera vez a la cita. También Robin Rodríguez, que está seguro de que este tipo de encuentros sirve «para abrir la mente, conocer gente y unirnos todos mucho más». «Ha habido muchas JMJ, pero cada una ha sido diferente y única», añade Inés. Coincide Robin, que no tiene duda de que de estos encuentros «se sale siendo mejor persona de lo que eras, con más iniciativa y una forma de vivir más clara». Cuando ABC conversó con ellos, la tarde del 21 de julio, acababan de recoger en la parroquia de Nuestra Señora del Prado las camisetas y sudaderas identificativas. Faltaban cinco días para que partieran y no ocultaban su ilusión. Coinciden todos ellos en que el evento da una percepción muy distinta de la que generalmente se tiene de los jóvenes. Como asiduos a las redes sociales, no dudaron de que recurrirían a ellas en algunos momentos del día para mostrar lo «maravillosa» que estaba siendo experiencia, aunque lo primero será «vivirla intensamente» y luego si tienen tiempo contarlo.

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