«Las tasas deberían tender a la gratuidad»

- Ya conocía la UBU como vicerrector de Ordenación Académica. ¿Cómo ha sido el aterrizaje en el rectorado?

-Con bastante estrés. Todavía no he podido ni ordenar los bolígrafos. Pero he tenido ya varias reuniones.

- ¿Cuáles son sus prioridades?

-Lo más urgente es hacer delegación de competencias y nombramientos del Rectorado. Simultáneamente preparar el primer consejo de gobierno para aprobar liquidación de cuentas, títulos propios... Y uno de los retos más urgentes es sacar las convocatorias correspondientes a la promoción del profesorado, que requiere un proceso largo y complejo.

- Su discurso de toma de posesión fue muy reivindicativo. ¿Cómo fue después el primer encuentro con el consejero de Educación?

-La relación con el consejero es muy afable y fluida. Fui reivindicativo porque corresponde, simplemente para ajustar desequilibrios financieros y solicitar que se preste mayor atención a la universidad no solo por las comunidades autónomas sino por el Gobierno de la nación.

- Al Gobierno le pidió, ya en su campaña electoral, un pacto de estado por la educación y las tasas. ¿Lo cree probable?

-Por lo menos los candidatos a la Presidencia del Gobierno lo incluyen en sus programas. Habrá que verlo. Confío en que así suceda y estoy seguro que los rectores lo vamos a volver a solicitar. Todos coincidimos en que se tienda a igualar la inversión que se hace en investigación en educación universitaria con el de la Unión Europea. Ahora estamos muy lejos.

- ¿Cómo cree que debería abordarse el tema de las tasas?

-La universidad pública presta un servicio social. La inversión en la universidad no es un gasto. La universidad es un motor económico y social y devuelve lo que se invierte en ella. Por todo ello creo que se debe tender a la gratuidad como ocurre en Alemania, donde cuesta una media de 50 euros. Estamos lejos y quizás ahora la situación económica del país no lo permite, pero es una tendencia que habría que considerar en un pacto de estado por la educación. Quizás una situación intermedia podría ser que las tasas fueran proporcionales a su situación económica y, como mínimo, incrementar las becas. Sé que es difícil, pero si no nos planteamos estos retos, no llegaremos a ellos.

- La Junta lleva años estudiando una reestructuración de las titulaciones que se imparten en Castilla y León. ¿Cómo valora esa posibilidad?

- Tengo cierto escepticismo porque por las limitaciones presupuestarias va a ser difícil que se incremente el número de titulaciones que oferte cualquiera de las cuatro universidades públicas. Desde Burgos consideramos muy urgente que podamos ofertar algunas titulaciones que sabemos que tienen demanda social, pero lo veo difícil en los próximos años. Y haré todo lo posible para que no se pierda ninguna, teniendo en cuenta que todas nuestras titulaciones tienen interés. Aunque alguna tenga menos demanda, esto es algo ondulante.

- Tras la que, dicen, ha sido la última selectividad, ¿cómo ve el futuro del acceso a la universidad?

-No lo veo. Está en manos del futuro Ministerio y es de las cosas más urgentes. Hay mucha incertidumbre que convendría aclarar cuanto antes. Tal y como está la ley, necesitamos sistemas para regular la admisión y lo ideal sería un sistema único para todo el territorio nacional. De este modo el estudiante, el mismo día y con las mismas pruebas, podría saber con su nota a qué titulaciones puede acceder. En estos momentos puede estar peregrinando hasta el mes de octubre.

- Del acceso a la salida de la universidad. ¿Cómo piensa mejorar el acceso de los universitarios al mundo laboral?

-La UBU está haciendo ya acciones muy decididas. Tenemos una lanzadera de empleo única en España que está dando muy buenos resultados . Tenemos una unidad de empleo y diferentes programas de empleabilidad como la formación dual para que realicen prácticas en empresas. En este periodo que comenzamos vamos a impulsar decididamente todo esto con un vicerrectorado específico.

- Dentro de cuatro años, ¿cómo le gustaría ver la UBU?

-Espero que sea una universidad más competitiva, que rinda más cuentas a la sociedad, donde los colectivos participemos más en las tareas de gobierno y que sea más moderna y adaptada a los tiempos en los que vivimos.