La casquería es el nuevo fango

Por su parte, los ataques del PSOE buscaron un objetivo inesperado: el congreso del PP. No entiendo cuál de los trescientos asesores de Moncloa ha decidido que promocionar el cónclave popular era la mejor manera de cambiar el marco de la conversación. Supongo que pensaban hacer palanca en el error del PP, «si quieren hablar de eso, perfecto. Así no hablamos de los wasaps». Jugada maestra número tres mil. En su cabeza, funcionaba. En el resto no, así que, al final, lo único que vimos fue a un Gobierno tocado, con un estado de ánimo visiblemente bajo e instalado en un derrotismo como de equipo descendido que intenta dar la cara.

Las preguntas del PP iban a los wasaps y las respuestas del PSOE daban a entender que los populares estaban haciendo méritos para que Feijóo contara con ellos. Lo cual es estrictamente cierto. Excepto en el caso de Feijóo, claro, cuyo liderazgo cuestionaron de nuevo. No funcionó, pero, en cualquier caso, no se entiende que los acusen de hacer la pelota a Feijóo y que a la vez defiendan que Feijóo «entrará Papa y saldrá cardenal», en palabras de Sánchez. Si tan frágil es el liderazgo no se entiende el peloteo. Y si tan grande es el peloteo, no se entiende la ausencia de liderazgo.

Feijóo: «Le doy una oportunidad, señor Sánchez. Dé la cara ante los españoles, diga la verdad por una vez y actúe con la dignidad que se merece nuestra nación. Usted sabía todo porque participó», dijo en referencia al rescate de Air Europa tras la llamada de Javier Hidalgo a Begoña Gómez. «Usted incluyó a Ábalos en las listas porque le tiene miedo», continuó. Y remató con una frase que me tiene pensando: «Dicen que aún quedan muchas cosas por salir. Ustedes sabrán. Ustedes y los que están más arriba». Y yo me pregunto: ¿Quiénes están 'más arriba' que Sánchez? ¿A quién se refiere? O se refiere a Cerdán -físicamente por encima del escaño del presidente- o al propio Ábalos –cuyo escaño también está 'arriba'- o la pregunta adquiere tintes misteriosos. Finalizó duro: «Váyase y convoque elecciones. Y siga echando de menos a Ábalos porque nadie le echará de menos a usted».

La intervención, muy aplaudida por su bancada, dio paso a preguntas de Bendodo y Ester Muñoz a una Montero en baja forma, que -para lo que hemos quedado- se esforzó en justificar su presencia en la Semana Santa y en la Feria de Sevilla. Le faltó sacar una estampita de la virgen de la O y un ticket de ensaladilla del Donald.

Por lo demás, pregunta extraña de Abascal, que se interesó por el gas que España compra a «una potencia hostil» como Rusia. Entiendo que «su financiador Orban» —así lo definió Sánchez— les ha pedido desmarcarse de Putin, porque creo recordar que hasta hace cuarto de hora Rusia no era una amenaza y todo esto eran tonterías globalistas. Rufián afirmó tener curiosidad por ver los wasaps «entre Cayetana y Casado, entre Ayuso y Frank de la Jungla y entre Feijóo y Mazón». A mí me interesa más ver qué opinan en privado Forcadell o Jordi Cuixart de los charnegos como él. A lo mejor hablan de los baches de su ADN. A lo mejor, del menú de Lledoners.

Por lo demás, no estuvieron ni 'petardo', ni 'tronco', ni 'pájara'. Del grupo de 'maltratador', solo Belarra, que no pareció preocupada por la acusación a su líder. Así que 'Putoamo' aguantó hasta que acabaron las preguntas a las vicepresidentas y se fue directo a Moncloa a convocar una conferencia de presidentes. Allí se encontrará con 'miserable'. Ya que estamos, de menú yo pondría criadillas.