Aragón ha perdido otros 338 agricultores y ganaderos en los dos últimos años

En los dos últimos años, Aragón ha perdido otros 338 titulares de explotaciones agrarias y ganaderas, otros 338 agricultores y ganaderos a título principal. De ellos, 176 se han perdido en los doce últimos meses , según las estadísticas oficiales de la Seguridad Social sobre autónomos encuadrados en el sector agropecuario.

La agricultura y la ganadería siguen siendo el principal pilar económico de los pueblos. Así que cuantos menos agricultores y ganaderos quedan en ellos, peores son sus perspectivas demográficas. Lo saben bien los cientos de municipios en hondo declive poblacional, que presentan un riesgo alto o muy alto de extinción.

El medio rural sigue atrapado en una decadente espiral socioeconómica : a menos agricultores, menos actividad; a menos actividad, menos población; y a menos población, menos capacidad de relevo generacional. Al final, envejecimiento demográfico, despoblación y pérdida de profesionales del campo van de la mano y se retroalimentan.

Las cifras evidencian también el fracaso de las políticas autonómicas de apoyo a la agricultura y de lucha contra la despoblación. El declive se mantiene y se recrudece el problema, pese a que desde el Gobierno aragonés se multiplican los anuncios sobre políticas contra la despoblación.

De diez años a esta parte, Aragón ha perdido 1.349 autónomos en la agricultura y la ganadería. En agosto de 2001 había dados de alta casi 20.000, mientras que ahora quedan menos de 18.400, y la cifra mengua mes a mes.

La provincia de Teruel viene siendo la más golpeada por la desaparición de autónomos del campo: ha perdido 691 en los diez últimos años, un 15% del censo de profesionales agropecuarios que tenía en 2001. Le sigue la provincia de Huesca , que ahora tiene 531 menos que en agosto de 2011. La provincia de Zaragoza , por su parte, ha perdido 128 agricultores y ganaderos en diez años, un centenar de ellos en los últimos 24 meses.

Mes a mes, los que se dan de baja en el campo son muchos más de los que están dispuestos a incorporarse a esta actividad como autónomos, como titulares de explotaciones agrícolas y ganaderas. Y salvo que las tierras que dejan sean asumidas por otros que siguen en esta actividad, los campos de quienes dejan la agricultura acaban abandonados, una realidad que avanza desde hace años en numerosos pueblos de Aragón.