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Una separación de poderes real, sin justicia politizada

El poder que el ciudadano otorga en las urnas a un partido termina siendo usado por este como un instrumento para apropiarse de las instituciones en nombre de una siglas, desapoderándolo de sus auténticas funciones de representatividad pública

ABC
Manuel Marín

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Uno de los talones de Aquiles de nuestra democracia es la creciente percepción ciudadana de que los partidos han arruinado los principios esenciales de la separación de poderes y la despolitización de las instituciones. Son muchos los teóricos de las democracias occidentales que ... alertan contra los peligros de la partitocracia, de modo que son los partidos quienes se adueñan de las instituciones para moldearlas a su medida en lugar de mantenerlas como órganos esenciales de la representación de los ciudadanos. De este modo, el poder que el ciudadano otorga en las urnas a un partido termina siendo usado por este como un instrumento para apropiarse de las instituciones en nombre de una siglas, desapoderándolo de sus auténticas funciones de representatividad pública. Por eso la democracia representativa ha visto lastrada su imagen y su eficacia real frente a la llamada democracia directa, usada por los populismos como reclamo y alternativa demagógica frente a lo que denominan «dictaduras» de los partidos.

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