Rajoy califica a Zapatero de «bobo solemne» por cuestionar su patriotismo
El presidente popular reivindica su tarea opositora al proclamar que «estoy satisfecho de lo que hemos hecho, orgulloso de haber sabido mantener las posiciones»
MADRID. No le debió sentar muy bien a Mariano Rajoy que el jefe del Gobierno le llamara el domingo «patriota de hojalata». El aserto se le atragantó hasta que ayer por la mañana, durante la última reunión del año del comité ejecutivo del PP, Rajoy ... calificó a José Luis Rodríguez Zapatero de «irresponsable», de no estar «en sus cabales» y hasta de «bobo solemne». Todo un rosario de descalificaciones, al paso de las cuales salieron el ministro Sevilla y el secretario de Organización socialista, José Blanco, que confirma, una vez más, la ruptura de «puentes» entre ambos con la única excepción del accidente de helicóptero, que motivó dos llamadas telefónicas del jefe del Ejecutivo para interesarse por su salud.
Un Rajoy triunfante, dando buena muestra del espíritu con el que el PP despide el año, arremetió contra la política del Gobierno y contra su máximo responsable. Lejos quedan los comienzos, siendo Rajoy ministro de Administraciones Públicas y Rodríguez Zapatero el encargado socialista de buscarle las cosquillas. Tuvieron buena interlocución y se dedicaban hasta elogios. Con estas premisas eran muchos los que vaticinaban que habría comunicación. No ha sido así. A lo largo de año y medio las relaciones se han ido deteriorando. «Rajoy no se fía de Zapatero» aducen en Génova para explicar la ausencia de una vía de interlocución entre el primer partido de la oposición y el Ejecutivo, algo que se mantuvo en los peores momentos de la anterior legislatura.
Ayer Rajoy se despachó a gusto. Tras criticar el apoyo del PSE a los Presupuestos de Ibarretxe y subrayar que incluye una partida para atender a las familias de los etarras, indicó que denunciar cosas así «no sé si es ser un patriota de hojalata, pero para España es mucho peor un bobo solemne» y anunció que el miércoles preguntará sobre esta cuestión en la sesión de control al Gobierno.
La negociación de los fondos europeos también fue un argumento propiciatorio para arremeter contra Zapatero. Indicó que «calificar de éxito los resultados o decir que somos la envidia de Europa, sólo lo puede afirmar un irresponsable o alguien que no está en sus cabales» e ironizó que en el Consejo de Europa no estaban ni Hugo Chávez, ni Fidel Castro «ni los amigos de Zapatero de la Alianza de Civilizaciones», al tiempo que consideró que la política exterior española está llena de «prejuicios trasnochados».
También la lucha contra el terrorismo y el 11-M tuvieron hueco en su discurso. Sobre el primer asunto negó que el Pacto Antiterrorista suponga la «adhesión incondicional» a la política del Gobierno, sino que se trata de un acuerdo para luchar, «no para pactar. Dice no a ETA en toda circunstancia» indicó. Además, consideró que «es sorprendente que quien propuso el pacto interprete que la oposición debe callar ante cualquier forma de entender la lucha antieterrrorista». Rajoy agregó que «los mismos que pretendieron en su día que mirásemos a otro lado cuando conocimos formas criminales de luchar contra el terrorismo, pretenden ahora que nos callemos ante el diálogo claudicante que plantea el Gobierno. No lo voy a hacer».
También anunció que pedirán que Zapatero comparezca para «explicar qué investigaciones se están haciendo, qué sabe el Gobierno y sí tienen se abrirse nuevas líneas de investigación» en referencia al 11-M. Reiteró que la comisión parlamentaria «se cerró mal» y consideró que el jefe del Ejecutivo «se mofó» el domingo de aquellos acontecimientos «y se niega a asumir sus responsabilidades».
A pesar de la dureza de sus palabras reivindicó que el PP «ha hecho oposición desde la más absoluta responsabilidad y hemos actuado con moderación. Creo que somos muy generosos. Estoy satisfecho de lo que hemos hecho, orgulloso de haber sabido mantener las posiciones».
La reacción del Gobierno y del PSOE, para quien Rajoy «ha insultado gravemente al presidente del Gobierno», fue rápida. El ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, expresó su «estupefacción» y consideró que Rajoy debería dimitir y «dejar paso a un líder que no estuviera tan quemado ni resentido por haber perdido las elecciones». El ministro consideró que el líder del PP ha llegado al «techo de su incompetencia, aplicando el principio de Peter», una teoría que indica textualmente que «en una jerarquía todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia».
«Falta de lealtad»
Por su parte, el «número dos» del PSOE, José Blanco, acusó al líder de la oposición de mantener una actitud «indigna», «canallesca», «irresponsable» y fruto del «rencor», para concluir que «no actúa como un demócrata» y que «serán los españoles los que le harán pagar en las próximas elecciones su falta de lealtad» porque «confunde hacer oposición al Gobierno con hacer oposición a España». Blanco destacó que «con tal de erosionar al Gobierno, al señor Rajoy no le importa volver a hacer de altavoz de ETA, volver a mentir en temas tan serios como la educación o la economía, o manchar con mentiras la credibilidad internacional de España, porque cree que cuanto peor le vaya España y a los españoles, mejor le va a ir a él y a su partido».
Además, sostuvo que el PP sólo puede hacer balance de la gestión del Gobierno porque «no puede hacerlo de su tarea de oposición», ya que «en el último año no ha presentado una sola idea ni una sola propuesta». A su juicio, su labor de oposición se resume en «un disco rayado»: «siete manifestaciones -contra el Gobierno-, muchas mentiras e insultos, y ninguna idea o propuesta». El resultado, a su juicio, es que el PP «transita hacia la derecha extrema» y «Zapatero tiene hoy más respaldo parlamentario y ciudadano que a principios de año».
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