Defensa
Predator B: un guardián invisible del Ejército del Aire para el Estrecho y Canarias
El 233 Escuadrón del Ala 23 ya vuela su nuevo dron, que podrá tener misiones de vigilancia de fronteras y control de inmigración, también internacionales en el Sahel u otras zonas
A escasos cinco kilómetros de Badajoz se encuentra una de las instalaciones con mayor secretismo del Ejército del Aire en estos momentos: el recién creado 233 Escuadrón del Ala 23, en la base de Talavera la Real, que desde febrero cuenta con los cuatro drones ... MQ-9 Predator B y tres cabinas de vuelo para pilotarlos remotamente desde el suroeste peninsular.
A las habituales medidas de seguridad que rodean un recinto militar –cita previa, control de identificación, entrega de una acreditación y acompañamiento de un militar– se añade otra en el hangar de los Predator B: solo se puede acceder con un pase especial y una contraseña adicional.
«La seguridad es mayor para evitar cualquier escape de información o filtración valiosa para el espionaje industrial», se nos advierte. Al fin y al cabo se trata de uno de los 'drones' más exitosos de la industria militar estadounidense, que ha sido ampliamente contrastado en guerras como Afganistán, Somalia, Yemen o el más cercano Sahel, donde es empleado por Francia.
Dos aviones MQ-9 Predator B, en el hangar provisional de la base de Talavera la Real, en Badajoz
Fue el 20 de noviembre de 2015 cuando el Consejo de Ministros autorizó esta adquisición a la empresa estadounidense General Atomics por un coste de 158 millones de euros. El Departamento de Estado tuvo que dar su visto bueno, como es norma en todo tipo de ventas militares.
'Non progredi est regredi' (no avanzar es retroceder) reza el lema de este 233 Escuadrón que este año pone a punto este nuevo sistema de armas que el Ejército del Aire espera tener plenamente operativo durante el primer semestre de 2022.
Unos 50 militares forman parte de la plantilla, que a buen seguro irá en aumento conforme se alcance esa capacidad operativa final. El número de pilotos de los Predator B es secreto –así se nos explica–, pero nos detallan que todos son pilotos de caza F-18 o Eurofighter, de aviones de transporte militar o de helicópteros.
Estación de control desde la que se pilota el Predator B
«Necesitan toda la experiencia y formación del piloto, que es algo más que volar el avión. Deben conocer la normativa del espacio aéreo, la estructura necesaria a la hora de volar, etc.», comenta el jefe de la base y el Ala 23, el coronel Jesús Rodríguez de Castro.
En labores de mantenimiento, junto a militares del Aire, se encuentra en Badajoz personal estadounidense de la propia empresa que tiene su sede en San Diego (California).
El Predator B del Ejército del Aire será clave para la seguridad y vigilancia de la zona del Estrecho , las aguas cercanas a las islas Canarias (tendrá otra base de avanzadilla en Lanzarote) o allí donde la ministra de Defensa decida desplegarlo en otras misiones navionales o internacionales.
Contra incendios, en catástrofes naturales, en apoyo a la Guardia Civil o Policía Nacional en control fronterizo o contra l a inmigración ilegal y narcotráfico o en operaciones en el Sahel y Yibuti, contra la piratería en el Índico, podrían ser opciones para su utilización. Tampoco se descarta la base de Sigonella (Sicilia) para misiones en el Mediterráneo oriental.
La 'bola' del Predator B donde se encuentran la cámara de infrarrojos y las dos cámaras ópticas
Eso sí, los 'drones' MQ-9 Predator B españoles no están ahora configurados para llevar armamento (misiles Hellfire, por ejemplo) por lo que su gama de misiones se circunscribirá a vigilancia y reconocimiento. Aunque si se decidiese, tras los cambios oportunos y una nueva configuración del 'software', estos mismos aparatos que se encuentran en Badajoz podrían estar equipados con misiles.
«Se trata de una capacidad fundamental pues nos permitirá llevar a cabo misiones ISR, es decir, de inteligencia, vigilancia y reconocimiento durante un periodo ininterrumpido de 27 horas si así se necesita y a una altura máxima de 50.000 pies (unos 15 kilómetros) sin ser apenas percibido», detalla el teniente coronel Juan José Terrados, jefe del Grupo de Fuerzas Aéreas RPAS del Ala 23 (RPAS son las iniciales en inglés de Sistema Aéreo Remotamente Tripulado).
«Sí podría dar apoyo para lanzamiento de armamento o marcar un objetivo para una dirección de tiro»
Además del tiempo de misión sin interrupción y la altitud que le hace casi imperceptible, aunque otra cuestión es su vulnerabilidad a sistemas de defensa antiaéreos, la gran capacidad del Predator B español se la aporta la 'bola' que se encuentra en la parte inferior del morro, donde se encuentran las cámaras (infrarroja y dos ópticas, una optimizada para baja luminosidad) con capacidad de tomar imágenes en vuelo y de proporcionarlas en tiempo real a un puesto de mando.
«Aparte tiene dos dispositivos láser por los cuales este avión, que no está armado, sí podría dar apoyo para lanzamiento de armamento o marcar un objetivo para una dirección de tiro. Esa dirección de láser la vería el caza y podría disparar», explica el teniente coronel Terrados, quien nos acompaña por las instalaciones provisionales a la espera de que concluyan las obras del hangar definitivo.
Parte del monomotor del Predator B, en trabajos de mantenimiento
El estudio de la amenaza es también importante a la hora de decidirse por el empleo del Predator B, que suele ser más operativo en países o zonas donde el 'enemigo' no cuenta con defensa antiaérea que supere cierta altura y, por tanto, su discreción es total. Con la capacidad de volar a 50.000 pies hay bastante margen. Los sistemas Manpads con misiles tierra-aire, por ejemplo, no suelen llegar a más de 15.000 pies.
El Predator B tiene dos modos de operación diferenciados. El primero es para despegar y aterrizar, y se lleva a cabo con unas antenas de línea de vista que deben estar en las bases donde despegan y aterrizan. Tienen un alcance de cien millas. Una vez que despega y adquiere altura y distancia, se pasa a un segundo modo de operación a través de comunicación satelital.
Este modo de pilotaje permitiría mandar la nave desde una estación de control en Badajoz aunque el MQ-9 Predator B despegue desde Lanzarote u otra base. «Se pueden programar rutas, pero el piloto tiene siempre el mando del avión y lo va pilotando».
«Lo tripulado remotamente es el futuro», subrayan
Los pilotos actuales se formaron durante diez meses en EE.UU., en las bases aéreas de Holloman (Nuevo México) y Creech (Nevada). En un futuro se adquirirá capacidad de adiestramiento mediante un simulador de vuelo.
Uno de esos pilotos de Predator B es el comandante Alberto Bello, jefe del 233 Escuadrón y anterior piloto de F-18 y del C-101 de la Patrulla Águila. «La principal diferencia es no tener ningún tipo de sensación de vuelo al estar volando desde una estación de control en tierra. Eso es lo que más cuesta de asimilar al principio. Por otro lado, como el avión es mucho más lento que uno a reacción, eso hace que no suponga un nuevo reto a la hora de aprender a volar. Es relativamente sencillo».
Desde Talavera la Real estos pilotos ya se preparan para la próxima frontera del Ejército del Aire. «Lo tripulado remotamente es el futuro», subrayan.
El teniente coronel Juan José Terrados, jefe del Grupo de Fuerzas Aéreas RPAS del Ala 23