PP y Vox: mismo adversario, distinto votante
Casado y Abascal escenificaron ayer dos estrategias distintas y, por primera vez, complementarias
El éxito electoral de Pedro Sánchez se construyó sobre un regalo y un error de sus adversarios. El regalo fue contar con tres partidos políticos a su derecha y el error fue la foto de Colón. El primero le vino dado, pero el segundo lo ... construyó hábilmente la maquinaria propagandística de La Moncloa gracias a un hecho cierto: esos tres partidos se dedicaban en 2018 y 2019 a competir entre ellos en lugar de enfrentarse a su adversario común. Y 'Moncloa Producciones' lo convirtió hábil en «el trifachito». Todos eran lo mismo, y competían por lo mismo , y todos olvidaron que las elecciones se ganan movilizando a tu electorado y conquistando el centro. Y, claro, ganó Sánchez.
Hoy, las cosas son distintas. Con perdón de Inés Arrimadas, y atendiendo a los resultados en Cataluña y Madrid, así como a las últimas encuestas, el primer regalo ha sido revocado: de los tres partidos sólo quedan dos. Sobre esta premisa, el éxito electoral de la derecha estará en una estrategia que permita movilizar al votante liberal-conservador y ocupar el centro . El modelo Ayuso: todo su votante potencial fue a votar, ocupó todo el centro y le robó 100.000 papeletas al PSOE.
¿Es esto extrapolable al resto de España? Sí, pero en este momento con un Vox más fuerte que en Madrid y un reparto más equilibrado entre los dos partidos. Es sabido que la relación personal de Pablo Casado y Santiago Abascal está rota desde el pasado mes de octubre , cuando el primero marcó distancias políticas con el segundo. Su relación personal ya nunca volverá a ser la misma y no han vuelto a hablar, pero ambos saben que políticamente están condenados a entenderse.
Ayer en el Congreso se celebró la primera sesión de control al Gobierno tras el 4-M, y tanto Casado como Abascal formularon una pregunta al presidente. Ambos fueron contundentes, y ambos le reprocharon esa manía tan suya de no responder a nada: aquello que se le atribuye a Fraga de «usted pregunte lo que quiera, que yo responderé lo que me dé la gana» . Hasta ahí las coincidencias, porque todo lo demás fue la escenificación de dos estrategias distintas y, por primera vez a nivel nacional, complementarias. Es decir, y sin pactarlo, PP y Vox mostraron ayer que para lograr su objetivo común tienen que huir de la competencia directa entre ellos y ensanchar el espectro ideológico al que se dirigen: desde el mismo centro hasta el votante más a la derecha. Incluso, y tal vez por eso, Vox insiste en hacer campaña en los barrios más populares, atraer antiguos votantes tradicionales de la izquierda. PP y Vox, mismo adversario, distinto votante.
Casado: «Los españoles ya están hartos de sus mentiras, su incompetencia y su arrogancia»
Primero preguntó Casado restregándole el fiasco del PSOE el 4-M («es su circunscripción») y «el ‘sorpasso’ de Errejón» y diciéndole que los españoles están hartos «de sus mentiras, su incompetencia y su arrogancia». A partir de ahí, irrumpió el perfil de líder de la oposición, los datos para afearle los planes de recuperación y vacunación: 80.000 millones de euros de sablazo fiscal , como cuantificó ABC, deuda hasta 2058 («el timo del tocomocho»), 125.000 muertos por el Covid, 200 ayer mismo, y 20.000 más si no se actúa. Todo se resumió en tres preguntas: «¿Por qué no convoca ya el Debate del Estado de la Nación después de tres años?; ¿por qué no trae aquí el plan de reformas clandestino como han hecho todos los países europeos para su votación?, y ¿por qué bloquea el plan B jurídico para luchar contra la pandemia como le ofrece el PP hace un año para evitar más contagios y más muertes por Covid? Si tiene decoro conteste ya». Es decir, un perfil racional que busca crecer por el centro.
Abascal: «Seguiremos cruzando las alambradas antidemocráticas que nos pongan delante y lo haremos sin pedir perdón ni permiso»
En su turno Abascal planteó su pregunta en términos de confrontación Gobierno-Vox: «Usted pomposamente ha dicho que Vox ha cruzado una línea y que será la última que cruce. ¿Con qué nos amenaza?, ¿nos va a amordazar?, ¿nos va a encerrar?, ¿nos va a ilegalizar?». Ese fue el eje de una intervención en la que le acusó de cruzar hasta cuatro líneas rojas : mentir por pactar con Podemos, ERC y Bildu; no pedir perdón por ello; «encerrar y arruinar» a los españoles con un estado de alarma «ilegal»; y convertir al CIS, la Guardia Civil, la Fiscalía y a los jueces en instituciones al servicio del PSOE y de Podemos. Acto seguido, Abascal retó a Sánchez: Vox seguirá cruzando las líneas rojas «que impone la dictadura progre» y puso tres ejemplos concretos, precisamente los tres que más le diferencian del programa del PP: la violencia de género, las autonomías y la inmigración. Y remató llamando a Pablo Iglesias «contratista de matones». Es decir, un discurso emocional que busca mantener la movilización.
Sánchez no respondió a nada y se limitó a decir lo que traía preparado: Vox es la «ultraderecha» y a Casado «se le está poniendo cara de Rivera». Manzanas traigo. Pero él sabe que, por primera vez en el sanchismo, la derecha va por delante: el efecto Ayuso ha quitado la cara de pena al votante liberal conservador y ha echado del tablero a Ciudadanos.
De Casado y Abascal dependerá si consiguen mantener ese estado de excitación en sus votantes y, a la vez, atraer al votante de centro y a ese votante socialista no sanchista. Conseguirlo, ambos lo saben, será cosa de dos que conviven juntos, pero no revueltos.
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