Marlaska, una soberbia mentira parlamentaria

Esas cinco horas y media en el Senado no acabaron con su resistencia, sino al contrario, con una soberbia reafirmación en la mentira. «Ni yo ni nadie del Ministerio ni de la Dirección General de la Guardia Civil ha interesado ni interesó del señor Pérez de los Cobos el informe». Vale la pena verle decirlo, no pestañea. Hasta llegar a ese final lapidario , Marlaska estuvo reivindicando su «derecho» a formar sus propios equipos, «como todo el mundo», dijo.

Lo hizo airado. Porque el ministro, lector de eternas, monótonas y planas comparecencias, no lleva bien que la oposición le moleste con pequeñeces. No oculta el fastidio. Por ejemplo, si le preguntan por injerencias en investigaciones judiciales. «Inmiscuirme no lo utilizo. Ni conjugo ese verbo. Quien quiera creérselo que se lo crea. Uno puede pasar líneas rojas, pero cuando se lleva 32 años años en determinados destinos, siempre es más difícil».

Mencionaba su profesión como juez. Puede comprobarse también en esas cinco horas y media del Senado que Marlaska irritó a todos al invocar su toga como si le hiciera superior. El portavoz del PP, al contrario, lo recalcó -«su situación es más grave por eso», dijo- y le recordó que injerencia es lo mismo que «intomisión, mangoneo»... y que artículo 464 del Código Penal . Obstrucción a la Justicia. «Una sospecha bajo la que un ministro no puede estar». Ni bajo la de horas, días de soberbia mentira parlamentaria.