Dos maneras de ganar

Esquerra quiere negociar con el PSOE . «Y estamos preparados para que una parte de nuestras bases no entienda algunas de las concesiones que inevitablemente vamos a tener que hacer en un futuro muy lejano», dice uno de los más destacados dirigentes del partido, Y añade «pero no podemos cederlo todo de entrada y gratis, porque entonces no es una negociación sino una bandera blanca de rendición».

El problema con que podrían encontrarse los republicanos es que al final Ada Colau volviera a ganar, y sin el poder que esperaban tener si por primera vez tomaban Barcelona, tengan que negociar con el Gobierno desde una posición de mucha más debilidad de la que ahora calculan y con el mal precedente de haber tenido esta desconsideración con Iceta.

El Gobierno cree que Esquerra se equivoca y que su decisión se le girará en contra más temprano que tarde. Al no poder convencer a los republicanos, intentó pactar con Convergència que la votación no fuera electrónica sino depositando el voto en una urna , de modo que no se pudiera votar contra el candidato sino en cualquier caso proponer a otro, lo que habría prácticamente asegurado la designación de Iceta. De hecho, era lo más inteligente para los convergentes, porque les permitía recuperar algo de centralidad, el favor de un presidente agradecido y diferenciarse de ERC sin dar explícitamente su apoyo al Gobierno. «Win-win». Pero a la Convergència de hoy le falta gravitas. En otro tiempo la tuvo.

Los convergentes se plantearon pedir, a cambio de su voto, que el PSOE le facilitara poder formar grupo parlamentario propio en el Congreso, pero cuando sondearon al Gobierno obtuvieron la clara respuesta de que Sánchez no quería ofrecer ninguna contrapartida por lo que considera que le tenía que ser concedido por la más elemental cortesía parlamentaria, tan elemental que nadie nunca se había saltado antes.

La negativa de los independentistas perjudica la estrategia concreta de Sánchez pero refuerza la centralidad del partido y desmiente a los que dicen que el presidente está dispuesto a hacer cualquier concesión a cambio de lograr los apoyos que necesita para sus objetivos políticos. Ante cada reto, sus estrategas procuran que el presidente tenga dos maneras de ganar.

Y así, y aunque no haya de momento conseguido confirmarlo como presidente del Senado, a Sánchez le basta con haber propuesto a Iceta, tal vez el socialista más dispuesto a buscar una salida personal para los líderes independentistas encarcelados, para que nadie le pueda negar el talante y la buena voluntad; y todo ello sin haber tenido que asumir ningún tipo de desgaste y haciendo además quedar a los nacionalistas como una banda de fanáticos intolerantes. «Os di hasta a Iceta y lo despreciasteis».

Esquerra ha planteado una batalla con la fuerza que le dan las encuestas pero que aún no posee. Si las urnas no la confirman, acabará perdiendo en el último minuto lo que que ya creía que tenía ganado, como le ha venido minuciosamente sucediendo desde que Tarradellas descendió del avión de su exilio.