«El dictador no es Franco, es el que está en Moncloa»

«¿No presumen de que estamos en democracia? Pues será para ellos, porque a nosotros no nos dejan manifestarnos, pero en Cataluña no hay problema», critican Mari Carmen y Conchi, dos mujeres que, bandera en mano y en el cuello -respectivamente- cargan contra Pedro Sánchez , el presidente del Gobierno que ha ordenado sacar a Franco del Valle de los Caídos 44 años después. «Y además lo traen en helicóptero para que no veamos nada, porque si hubiera venido en coche habríamos ido muchos acompañándole por carretera», apuntillan las dos señoras.

También muy molesto estaba Fernando, un vecino de El Pardo, que hace años que luce canas y al que hoy se le ha fastidiado el paseo. El dispositivo policial ha cortado el acceso 200 metros antes de llegar al cementerio y ha tenido que variar la ruta. «Ando todos los días 5 kilómetros y hoy, como no puedo pasar hasta el cementerio, he decidido quedarme aquí», explica el vecino que, rodeado de manifestantes, no oculta su simpatía franquista cuando entonar su propia versión del famoso « esto con Franco no pasaba ».

«Cuando había cosas como estas, Franco jamás impedía el paso a nadie y aquí mira lo que pasa, que no podemos pasar», sostiene Fernando, quien acto seguido lanza un dardo algo más grueso contra el presidente del Gobierno en funciones: «El dictador no es Franco, es el que está Moncloa» .

«Viva España», Viva Cristo Rey» o «España, una» son las consignas más repetidas de los concentrados, entre los que también estaba, dándole las últimas caladas a su puro, Luis Gibaja , que en su tarjeta de visita se presenta como «español por la gracia de Dios» y, añade, además, que su padre era republicano, su madre, portera, y que él nació en «el 39». Y que sólo responde ante la bandera del águila de San Juan: «Esa es la que yo juré y la defiendo hasta la muerte».

Gibaja presume, también, de haber trabajado para Franco y de repartir el «Mundo Obrero» a su padre. «Eso sí, su excelencia el jefe del Estado, Francisco Franco, nunca me limitó por ello», puntualiza, antes de unirse a las críticas por no poder acercarse hasta las puertas del cementerio de Mingorrubio. «En el 75 me pilló en Londres y quería despedirme ahora», reconoce Gibaja, quien también admite que entonces se alegró de la muerte de Franco, pero «por la reconciliación que venía después». «Luego me di cuenta de que lo que vino después era peor todavía, esto es una dictadura del proletariado», concluye.

A esa reconciliación, precisamente, apelan también Mari Carmen y Conchi. «Hay que mirar hacia adelante», suscriben ambas a coro, en la misma línea que José María, que en el pecho lucía un águila de San Juan. «¿Para que lo mueven? Por venganza supongo, porque si no... yo pensaba que no lo iban a mover porque en el Valle no molesta», considera este hombre, a quien tampoco se le olvida que no va a poder despedirse de Franco, como tampoco pudo acercarse a la basílica del Valle de los Caídos antes de la exhumación: «Fue una pena».