De hacerse fotos como fallera a querer inmolarse en Siria haciendo la yihad

La joven vivía con sus padres en Cullera, en el seno de una familia de clase media y cristiana . La madre, por ejemplo, es funcionaria y parece imposible que en ese ambiente se produjera una transformación tan brutal como la vivida por la chica. Su conversión se sitúa en 2017, pero la radicalización coincide con los atentados yihadistas de Cataluña del 17 de agosto de ese año, que ahora se juzgan.

Sus padres desconocían por completo las andanzas de su hija , que desplegaba una enorme actividad en las redes sociales y que era consumidora compulsiva de propaganda yihadista, en especial de mujeres terroristas haciendo la yihad pero también de manejo de armas y confección de explosivos, que además distribuía.

En enero pasado viajó a Turquía con su marido, marroquí, al que presionaba para que juntos entraran en Siria y se sumaran a las filas de Estado Islámico. De hecho entraron en contacto con la estructuras de Daesh en el noroeste de ese país. Visto el percal, el hombre se divorció; aquel plan no era especialmente sugerente para él.

La joven, mientras, utilizaba sus ocho teléfonos móviles para mantener contacto directo con al menos siete «foreing fighters». Con uno de ellos, además, había concertado matrimonio, que se materializaría una vez hecho el viaje a Siria.

Fue en septiembre pasado cuando tomó la decisión definitiva. Ese mes dejó su trabajo como camarera y comenzó los preparativos. Aunque no tenía muchos ahorros -se ha comprobado que financió a los combatientes extranjeros con al menos 5.000 euros-, el viaje a Turquía es relativamente barato, de modo que eso no suponía un problema. Pero calculó mal; no tuvo en cuenta que los pasadores -individuos que ayudan a cruzar la frontera turco-siria de forma clandestina- cobran bastante con su trabajo. Aunque ya le habían dado su contacto, no disponía de los fondos suficentes. No se arredró por ello; para poder afrontar ese gasto decidió fue tres ó cuatro veces a Algeciras para hacerse con hachís y luego venderlo en su localidad.

La decapitación del profesor en Francia en un ataque yihadista, ocurrido el 19 de octubre pasado, le provocó aún una mayor radicalidad hasta el punto de que la operación policial se precipitó por dos motivos: el primero, evitar que realizara el viaje, previsto para este mismo mes; y el segundo, conjurar el peligro de que en cualquier momento decidiera atentar.

La detención se produjo el pasado miércoles y en el registro se intervino documentación, sus teléfonos móviles y el ordenador. Queda pendiente, por tanto, un amplio trabajo de investigación y análisis. La joven se mostró muy desafiante ante los agentes de la Comisaría General de Información , ante los que demostró en todo momento que es una mujer de acción y que al contrario que otras muchas no quería jugar en Daesh un papel de mera «paridora de muyahidines».

El juez Pedraz de la Audiencia Nacional ordenó ayer su ingreso en prisión por integración en organización terrorista, financiación, desplazamiento a zona de conflicto y apología del terrorismo . Las fuentes consultadas por ABC aseguran que «jamás se había visto en una mujer un grado de radicalización como en este caso. Desde 2014 la Policía ha detenido a ocho mujeres que querían viajar a la «zona de conflicto». Una no hizo el viaje en el último momento al enterarse de que su marido había muerto en combate.

El 17 de agosto de 2001 el Alto Consejo Saudita aprobó que las mujeres participaran en atentados terroristas ; un año después, el jeque Yassin, jefe de Hamás, afirmaba que «son la reserva de nuestro Ejército; cuando es necesario, las usamos»; y ya en 2004, Yusuf al-Qaradawi, decano del Centro de Estudios Islámicos en la Universidad de Qatar añadía que «deben participar de la yihad incluso sin el permiso del marido»...

Esta base ideológica, reforzada por otras muchas fatwas en el mismo sentido, sirvió a Daesh para poner en marcha una e strategia de reclutamiento de mujeres con el objetivo de destinarlas a tres misiones : la procreación, para asegurarse el nacimiento de nuevos muyahidines y la ocupación del territorio; ser esclavas sexuales de los combatientes en sus momentos de descanso y también perpetrar ataques terroristas y formar brigadas encargadas de garantizar el cumplimiento de la «sharia» (ley islámica), con una ferocidad, además, muy superior a la que emplean los hombres, como sucedió en Raqqa.

Sanae Boughroum es un ejemplo perfecto de «guerrera de Alá» . Vivía con sus padres y hermanos en una urbanización de Santa Cruz de Retamares (Toledo) le gustaban las fiestas y el modo de vida occidental... hasta que entró en contacto con la red de captación. A partir de entonces su proceso de radicalización fue fulgurante, hasta el punto de vivir con el horario de Siria. Dejó de hablar con su padre, salvo para darle consejos morales, y el Islam se convirtió para ella en una cosmovisión completa, que da sentido a todos sus actos. Su compañera Laila Haira pertenecía a unos 2.000 grupos en las redes sociales y ella gestionaba cinco o seis. Se ofrecía a charlar del Islam con otras chicas, porque sabía que era el mejor modo de captarlas. Nadia es chilena, vivía Barcelona y su fanatismo era máximo.