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Juan Fernández-Miranda

Escolta en mi ciudad

La reaparición de la figura del escolta en la política española nos retrotrae a nuestras peores pesadillas

Juan Fernández-Miranda

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Cuando salen a cenar con sus familias, los políticos que no piensan como Puigdemont deben avisar a la Policía. Cuando salen a pasear, es mejor que lo hagan por avenidas anchas que por calles estrechas. Y cuando van al Parlament, o a la estación de ... Sants, han de coger un camino distinto cada día. Esa es la «Catalunya Lliure» de Puigdemont, un país en el que el político discrepante lleva escolta en su ciudad. Un mérito más en la hoja de servicios de Puigdemont, a quien ya buscan sitio en el museo del golpismo junto a Tejero y otras figuras de la cosa.

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