El empuje de la AVT y las fuerzas policiales reactivan otro crimen de ETA sin resolver

La etarra Zaldua responderá por el asesinato del cabo Beiro en 2002

ABC / Vídeo: El pasado mes de julio la Policía Nacional detuvo a Miren Itxaso Zaldua por su presunta participación en el asesinato de Manuel Giménez Abad - EP

En la ímproba tarea de esclarecer los crímenes pendientes de la banda terrorista ETA nunca se sabe qué tecla será la adecuada . Por eso, tanto las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado como la Asociación de Víctimas del Terrorismo y la Fiscalía ... de la Audiencia Nacional procuran tocarlas todas. Es lo que ha ocurrido con el asesinato del presidente del PP de Aragón y senador Manuel Giménez Abad, cometido el 6 de mayo de 2001 en Zaragoza: dos testigos y una prueba caligráfica a partir de la documentación intervenida en 2002 a Ibon Fernández de Iradi, alias «Susper», han despejado una incógnita que pesaba dos décadas y que ha llevado a prisión provisional Miren Itxaso Zaldua Iriberri , «Sahatsa», por su presunta participación.

Pero no sólo. Situarla al lado del supuesto autor del asesinato , Mikel Carrera Sarobe, alias «Ata», en aquella época, implica ubicarla en el comando Basajaún, responsable del atentado que mató al cabo de la Guardia Civil Juan Carlos Beiro e hirió a otros cuatro con una bomba trampa en una pancarta el 24 de septiembre de 2002 en Leiza, Navarra.

Se dio cuenta la Asociación de Víctimas del Terrorismo, que pidió la reapertura de la causa, pero también lo vieron las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad , que trasladaron su informe sobre Zaldua al Juzgado Central de Instrucción número 2 de la Audiencia Nacional desencadenando un impulso definitivo en ciernes de la prescripción. Así es como 18 años y tres meses después de aquella pancarta, la etarra, que ya cumplió pena en Francia por integración y hasta julio se encontraba en libertad en España, acabó sentada ayer ante el juez Ismael Moreno para ser informada por videoconferencia del procesamiento por este crimen. En la comparecencia negó cualquier vinculación, alegando que en 2002 todavía no estaba en ETA.

Es la misma línea argumental que siguieron otros dos procesados por el asesinato del cabo. Se trata de Jon Lizarribar Lasarte, el primero condenado ya por pertenencia a ETA y ambos en libertad. Formaban parte de Izarbeltz, una organización de legales que dependía jerárquicamente del comando Basajaún y que se dedicaba a recopilar información para ETA, ya fueran objetivos o enclaves. El cuarto procesado por este crimen es el propio Carrera Sarobe, al que no se ha podido notificar aún porque cumple condena en Francia.

De acuerdo al auto de procesamiento, al que tuvo acceso ABC, Lizarribar y Gelbentzu integraban de forma «plenamente activa» el comando Izarbeltz en el año 2002 con dependencia del Basajaún, que coordinaba este y otros «taldes». Reportaba con los entonces responsables del aparato militar de ETA, Ainhoa Múgica Goñi y Juan Antonio Olarra Guridi, tal y como apuntan los manuscritos intervenidos a «Susper». Uno de esos documentos escrito en prisión por Olarra Gudiri habla de la necesidad de «retomar el contacto» con el comando Basajaún porque tenían «algo muy interesante» entre manos. A finales de agosto de 2002, se encontraba «planificando la realización de un “atentado especial” al que denominaba en clave como “cazuela”» y para el que un individuo había aportado información sobre «un entorno más tranquilo, bien comunicado y con muchas posibilidades», conforme detalla el auto.

Un «atentado especial»

Sólo hay « dos atentados de características similares ». El primero, la pancarta bomba de Bilbao de noviembre de 2001 atribuida al comando Olaia. El segundo es el que mató al cabo, «perpetrado en un paraje junto a una carretera local, a cuatro kilómetros e Leitza y con acceso muy próximo a la autopista AP-15». Fue una versión mejorada de la idea del comando Olaia, según los investigadores. En este caso, la bomba consistía en una cantidad entre 10 y 15 kilos de dinamita dentro de una cacerola que, a su vez, estaba en una mochila. La dejaron en un bidón junto a la carretera y la activaron por radiocontrol, cuando los agentes de la Guardia Civil se acercaban a la pancarta. La explosión provocó un cráter de 70 centímetros de diámetro y 40 de profundidad. Llegó hasta las ventanas de las viviendas en las inmediaciones.

No tuvieron tiempo

Fue otro guardia civil, de permiso en Leiza, quien se topó con el cartel . Era una lona de plástico blanco de 4,70 x 2,80 metros de longitud situada en el kilómetro 11 de la nacional a Berastegui (Guipúzcoa). Dos patrullas se desplazaron al lugar. La primera, la del cabo Beiro, que estaba en la explanada mientras su compañero se dirigía hacia la parte superior del muro del que pendía la lona, precisamente, «con la intención de descartar que se tratara de un artefacto explosivo-trampa».

No tuvieron tiempo. Explotó de foma repentina y se cree por ello que fue activado por radiocontrol a distancia. Beiro Montes -asturiano, 32 años, dos hijos, dos meses destinado en Leiza- falleció, el agente que se había adelantado resultó herido grave y los otros tres, heridos leves. «Guardia Civil muere aquí», decía el letrero, junto a un tricornio en el centro de un punto de mira y un anagrama de ETA.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios