Poco antes de las 11:00 horas, una sentida ovación anticipa la llegada de los coches fúnebres. El primero cargado de coronas de flores. El segundo, de color blanco, con el féretro de Gabriel. Justo detrás, sus padres. Ángel y Patricia, arropados por otros familiares.
Desde primera hora de la mañana han sido miles los almerienses que se han acercado hasta el principal templo de la ciudad. Hasta allí han llegado autobuses con numerosos vecinos de Níjar, el pueblo donde residía Gabriel. En el exterior, grandes pantallas permiten a aquellos que no han podido entrar participar de la multitudinaria misa.
Tras abandonar la catedral de Almería, los padres del pequeño asesinado se han acercado a la prensa allí congregada y han pedido intimidad para dar el último adiós a su hijo en el cementerio, pero antes han querido tener unas palabras de homenaje para él: «Gabriel estará jugando ya con sus peces y la bruja ya no existe», ha dicho Patricia.
A pesar del dolor, también han querido lanzar un último mensaje de agradecimiento a toda la sociedad por su apoyo en estos duros momentos: «Nos habéis llevado en volandas buscando a nuestro hijo», ha dicho Ángel, abrazado a la madre del niño.
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