Oriol Pujol deberá aclarar hoy el papel de Artur Mas en sus negocios ilegales

Después de que la semana pasada acudieran al hemiciclo el expresidente Jordi Pujol , su esposa, Marta Ferrusola, y su primogénito, Jordi Pujol Ferrusola, hoy (a partir de las 15:00 horas) es el turno de Marta, Oriol y Pere Pujol. A los tres se les interrogará sobre el ya famoso y no acreditado legado que el abuelo Florenci les dejó en Andorra, aunque no se espera que arrojen mucha luz.

Su locuaz hermano mayor, Jordi, que supo del mismo en 1990 y pasó a gestionarlo en 1992, ya dijo en la cámara que se reserva para dar explicaciones -«primicias»- ante la juez que lo ha imputado por fraude fiscal y blanqueo por esta causa y que le ha citado para el 26 de marzo.

La coartada perfecta para que tanto Marta -a la que podrían sonsacar también sobre su cargo de arquitecta municipal sin mediar concurso en Sant Vicenç de Montalt- y Pere, no declaren. O se remitan a lo que le contaron a la juez el 27 de enero: legado, lo supieron en 1992, Jordi Junior lo administró, etc.

Caso aparte es el de Oriol. Sobre el legado poco se espera que diga. De hecho, no está imputado aún por esta causa y él no regularizó ningún dinero en Andorra cuando su padre confesó el pasado julio los fondos en el extranjero. Se cree que Oriol hace años que se llevó su tajada pirenaica.

Oriol será protagonista por lo que le llevó a dejar, primero, el cargo de secretario general de CDC y, luego, en julio pasado, poco antes del «mea culpa» de su padre, el acta de diputado. Y aquí es donde asoma la sombra de Mas que los diputados de PP, PSC, ERC -aunque menos, por ser socios de CiU en la aventura secesionista-, ICV, Ciudadanos y la CUP intentarán definir.

Además de traficar con sus influencias para lograr futuras adjudicaciones de estaciones de ITV, Oriol Pujol habría cobrado comisiones ilegales -499.060 euros- a cambio de hacer gestiones políticas a favor del empresario y amigo Sergi Alsina, asesor en el proceso de deslocalización de varias empresas instaladas en Cataluña como Yamaha o Sharp. Según se desprende de las conversaciones y SMS intervenidos, las gestiones de Pujol fructificaron, ya que el propio Mas tuvo un papel relevante en las negociaciones.

Se trataba, en el caso de Sharp, de hallar otra empresa que se quedase con los activos y no perder así actividad industrial. Se pensó en Cirsa, propiedad de Manel Lao, a quien Oriol Pujol puso en contacto con el presidente Mas. En un SMS del 5 de enero de 2011, Pujol le dice a su amigo Alsina: «Sergi, ya he hablado con Manel Lao hijo. También he hablado con Mas y podría ser que llame a alguno de los dos».

Dos semanas más tarde, Pujol y Alsina hablaban por teléfono, confirmando el contacto: «A ver, Artur habló con Manel», le cuenta el político al empresario, y «Manel padre le transmitió la sensación de que les podría interesar». El propio Mas ya fue inquirid o sobre estas gestiones cuando el 9 de febrero compareció ante la comisión parlamentaria. Admitió su mediación, la presentó como algo normal y, por si acaso, se desmarcó de Oriol. Su obligación era implicarse en las deslocalizaciones, «para salvar puesto de trabajo», alegó. Confiaba «en la buena fe» de quien se las proponía.