Rajoy busca un pacto con Hollande para las interconexiones enérgeticas

Las quejas españolas por lo que se considera una falta de voluntad real de las autoridades francesas en hacer posible que la península ibérica deje de ser una isla energética en Europa se han acentuado en los últimos meses. Incluso, el Rey no dejó de sacar el tema en su reunión con Hollande, el pasado mes de julio.

En los últimos días, voces como la de la canciller alemana, Angela Merkel, han advertido de la necesidad de poner fin a esa situación en el marco de los esfuerzos por lograr una mayor competitividad para la UE.

Rajoy se ve reforzado en sus demandas por la decisión del último Consejo Europeo de octubre en el que se decidió dar mayores poderes a la Comisión Europea en el seguimiento de los proyectos de interconexión para llamar la atención a los países que no colaboren. Además, España confía en el impulso del nuevo comisario, responsable de energía y clima, el español Miguel Arias-Cañete y en que una parte de las inversiones del «Plan Juncker» para impulsar el crecimiento en Europa sean destinadas a las interconexiones de gas y electricidad.

La interconexión española es tan sólo del 1,4% respecto a la potencia instalada, frente al objetivo del 10 por ciento que se marcó la Unión Europea para 2020. En la actualidad, España tiene cinco proyectos de interconexión eléctrica en diferentes fases, cuatro de ellos terrestres y uno marítimo.

De los cinco, ya está en construcción la interconexión por los Pirineos Baixas (en territorio francés)-Santa Llogaia, una línea de 320 kilovatios, en corriente continua, con una longitud de 65 kilómetros, que irá soterrada en su totalidad y que supone una inversión de 700 millones, cofinanciada por España y Francia. Su puesta en funcionamiento, que debería tener lugar en 2015, supondría doblar la capacidad de intercambio de electricidad, pasando de 1.400 a 2.800 megavatios, lo que Francia argumenta para rechazar las acusaciones de falta de colaboración que llegan desde España.

Más allá, la cumbre va a estar centrada en el citado «Plan Juncker», que tanto Hollande como Rajoy quieren se ponga en marcha cuanto antes para poder contar con unas ayudas que permitan un cierto alivio ante los problemas a los que se enfrentan: en el caso francés, la dificultad para controlar su déficit y el progresivo aumento del paro; y en el español, la altísima tasa de desempleo. Otros asuntos que figuran en la agenda son la cooperación en la lucha contra el terrorismo, la lucha contra el crimen organizado y el tráfico ilícito de drogas, así como las cuestiones relativas a la inmigración ilegal a través del Mediterráneo, para las que Madrid y París piden una mayor implicación de la UE.

En el capítulo económico, los intercambios comerciales siguen siendo muy intensos, gracias a una fuerte presencia de empresas francesas en España y viceversa. Finalmente, en el campo cultural, tres grandes momentos marcarán en 2015 la relación bilateral: la exposición monográfica sobre Velázquez en París, la apertura del Museo Pompidou en Málaga y la muestra monográfica sobre Barceló en el Museo Picasso de París.