crimen de isabel carrasco - pOLICÍA LOCAL
«Me quedé paralizada al ver el arma»
La policía local incurre en contradicciones respecto al testimonio de la hija de la asesina
pablo muñoz / cruz morcillo
El testimonio de Triana Martínez, la hija de la autora material del asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, complica el horizonte penal de su amiga Raquel Gago, la policía local que también está en prisión por estos hechos. Según ... consta en las diligencias -la juez encargada del caso ha levantado el secreto de sumario-, Triana explicó que sobre las cinco y media de la tarde del 12 de mayo se encontró con su madre , Montserrat González, después de que ésta perpetrara el crimen sin ella saberlo.
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Montserrat le dio una bolsa. «Me dijo que me deshiciera de ella». De nuevo de forma casual, se encontró con Raquel Gago, que tenía el coche aparcado en segunda fila y hablaba con un vigilante de la ORA: «Dejo esto aquí (la bolsa con el revólver), voy a comprar fruta», le dijo. Su amiga, según relata el testigo, abrió entonces el coche con el mando a distancia, aunque no vio que Triana metiera nada en él.
«Ahora no puedo hablar»
Solo unos segundos después Raquel Gago llamó por teléfono a su amiga. Según la policía local, nadie respondió la llamada, pero Triana afirma que sí lo hizo, aunque solo le dijo: «Ahora no puedo hablar». Estaba detenida.
El episiodio es revelador porque entra en contradicción con la versión ofrecida por Gago. En su declaración la agente afirmó que no sabía cómo había llegado el arma del crimen hasta su coche, aunque admite que pudo abrirlo «en un movimiento reflejo». Por tanto, habría sido consciente de que Triana había dejado algo en el automóvil . Supo esa misma tarde que su amiga había sido detenida con su madre como autoras del asesinato de Isabel Carrasco y sin embargo no comunicó a los investigadores que había estado con una de las arrestadas segundos después del crimen.
¿La razón? «Me quedé paralizada. No se me ocurrió ir a comisaría porque no me podía creer lo que estaba pasando, me quedé bloqueada, en estado de shock. Necesitaba hacer cosas porque no quería estarme quieta, no podía creer la situación y me preguntaba si de verdad habían sido ellas. No comenté a nadie que la había visto».
«Casi me desmayo»
Fue al día siguiente cuando encontró el revólver, según su relato. Ese día entró a trabajar a las siete de la mañana. No había dormido. Participó en el dispositivo montado en torno a la capilla ardiente, instalada en la Diputación, y salió a las tres de la tarde. Comió en casa de sus padres. Luego, por la tarde, acompañada por su hermana y otra amiga fue a su domicilio a coger una bicicleta del trastero para llevarla a arreglar. La subió en el coche, en la parte trasera: «En ese momento vi el bolso. Me puse muy nerviosa, lo abrí con un asa y vi unos pañuelos, los aparté y vi otro bolso. Casi me desmayo, no podía respirar. Ellas no sabían nada, preguntaban qué pasaba. Les dije que ese bolso lo había dejado Triana y no tenía que estar allí. En el bolso pequeño identifiqué algo metálico, la parte central de la pistola».
«Al verlo -continuó Raquel Gago- no supe qué hacer ni qué decir. Cuando me recuperé me acordé de que conocía a Nacho de Policía Judicial, y le dije a mi hermana que le llamara. Le dijo lo que había pasado y Nacho me intentó tranquilizar, me dijo que le esperara allí. Llegó con un compañero, pero fue él quien entró a ver lo que había. Comprobó que era un arma».
«Me quedé paralizada al ver el arma»
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