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El PSOE se desfonda antes de arrancar la campaña europea

La estrategia de Ferraz hace agua. Todas las encuestas dibujan un repunte del PP y la caída de Rubalcaba, que no aprovecha el desgaste de Rajoy

El PSOE se desfonda antes de arrancar la campaña europea abc

mayte alcaraz

Si Elena Valenciano estornudase el 25 de mayo, Rubalcaba sufriría una pulmonía. Los «tracking» electorales que maneja Ferraz y los que destilan las primeras páginas de los diarios en esta precampaña europea revelan que el PSOE sigue francamente desmejorado, con una patología agravada por las tensiones internas y la amenaza de unas primarias en noviembre y, lo más grave, sin haber resuelto lo que le da de comer: el afecto ciudadano. Y eso a pesar de que las series históricas de las europeas siempre favorecen a la oposición, castigan a los gobiernos (sobre todo tras una crisis tan grave) y de que su secretario general colocase nada menos que a su «número dos», Elena Valenciano, para sanar a su partido, desangrado el 20 de noviembre de 2011, con la pérdida de cuatro millones de votos tributarios del dubitativo timón de Zapatero contra la recesión.

Precisamente a ese capitán que hundió la nave socialista, al expresidente al que el líder del PSOE no gusta mover del salón de los jarrones chinos donde cohabita con Felipe González, lo recuperó inopinadamente la candidata europea hace una semana para proclamar, en una suerte de epitafio político, que «yo, José Luis, te reivindico todos los días, y me siento muy orgullosa de ti, por todas tus políticas sociales». Precisamente, esos guiños a los dogmas de la izquierda, que nutrieron de votos radicales la cosecha electoral de Zapatero mientras la crisis en ciernes se llevaba por delante el respaldo de las bases tradicionales, lastran, a juicio de algunos socialistas, las opciones de Valenciano para una Europa de 413 millones de habitantes, exangües tras el tsunami económico.

De ahí que algunos barones socialistas muestren en privado su extrañeza por la estrategia elegida por Ferraz para ofrecer respuestas a esa Unión de 28 Estados que se dispone dentro de veinte días a trazar un veredicto retrospectivo a su crisis más atroz, a sus políticos (los que gobiernan y los que se postulan), y a apuntalar las recetas para sobrevivir. Todos esos responsables territoriales fueron consultados por Rubalcaba en febrero cuando optó por Valenciano para acometer este colosal reto . Primero fue sondeada la todopoderosa presidenta andaluza, Susana Díaz; después, el otro socialista con gobierno, Javier Fernández, presidente de Asturias; y, finalmente, los demás, con voz pero sin presupuesto público. Todos dieron el visto bueno, con un objetivo que algunos se atrevieron a expresar a su primer secretario: hay que ganarle la partida a Rajoy con propuestas para salir de la crisis y hacerle pagar así en las urnas los severos ajustes a las clases medias. Pero Rubalcaba y Valenciano parecen haber olvidado el catón de esta campaña, al que sí atiende, él sí, el alemán Martin Schulz, el candidato socialdemócrata a la Comisión, que siempre aprovecha sus intervenciones para trazar un proyecto alternativo: apoyo a los eurobonos, reforzamiento de los Estados, medidas contra el capitalismo depredador, la desregulación y las privatizaciones a ultranza.

Aborto frente a economía

Como los socialistas españoles son el segundo grupo con más fuerza en Europa, tras los alemanes, Schulz acompañó en su estreno a Valenciano , con la que congenió muy bien y a la que aventuró un buen futuro en Bruselas. Pero contra todo pronóstico, la vicesecretaria de los socialistas optó por orear en sus actos públicos su bien acreditado feminismo y su radical oposición al proyecto de reforma de la ley del aborto en detrimento de un mensaje en positivo frente al de Rajoy, que hubiera servido, tal y como ha ocurrido en la mayoría de los países de nuestro entorno, para rentabilizar el desgaste político que los Gobiernos de los recortes han sufrido en Europa.Por ello, cada vez que se publica un sondeo la demoscopia hurga en la herida socialista: todas las encuestas sin excepción sitúan al partido de Arias Cañete, beneficiado por los buenos indicadores ecomómicos, como vencedor.

El trabajo que ABC publicaba hace quince días y que cayó en la sede socialista como un jarro de agua fría, demostraba cómo a pesar del notable margen de incertidumbre que la recesión ha dejado entre los votantes del PP, esta formación consigue hacerse perdonar sus pecados y abrir un foso de tres escaños con el grupo de Rubalcaba, al que solo aventajó en uno hace cinco años, cuando el PSOE gobernaba. Como ABC, los demás rotativos también dibujan una curva ligeramente ascendente para los populares y un febril desplome del horizonte socialista. Incluso en el trabajo de campo de «El País», una leve ventaja de 0,4 puntos del PP sobre el PSOE, constata un sorprendente empate técnico, pobre cosecha para un partido que aspira a ocupar La Moncloa.

Nadie duda de que la crisis del bipartidismo, las dudas sobre las opciones emergentes y el bajo índice de participación también son cartas que hay que mantener boca arriba en la foto fija de las encuestas. Los socialistas auguraban un castigo a los populares en unas elecciones usadas como banco de prueba para las autonómicas de 2015. Incluso alguno aventuraba que Rajoy sufriría un revés parecido al infligido a Hollande en las municipales francesas, que le obligó a virar la política (en el caso galo, hacia la derecha), con un primer ministro transversal. Sin embargo, las cosas en España no apuntan así. Y eso que la campaña no arranca hasta el viernes. Quizá por ello, y aunque por distintas razones, Rajoy y Rubalcaba no se bajarán del autobús electoral.

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