Noche de espera en la base de Torrejón
Don Felipe estuvo toda la madrugada en el avión mientras los mecánicos trataban de reparar la avería
Noche de espera en la base de Torrejón
Todo estaba preparado en el Airbus 310-300 de la Fuerza Aérea Española para despegar a la hora prevista —la una y diez de la madrugada de ayer— con destino a Brasil. El Príncipe de Asturias había llegado al avión directamente desde el Hospital Quirón, ... donde cenó con el Rey, y se había cambiado la corbata color vino y la chaqueta verde por ropa cómoda para el vuelo. Don Felipe saludó personalmente a cada uno de los pasajeros y cuando charlaba con los periodistas, la tripulación anunció que el avión estaba listo para partir. «Bueno, dormid los que podáis», se despidió Don Felipe. La delegación tomó asiento, y se abrochó el cinturón de seguridad mientras la tripulación procedió a explicar las normas de seguridad a bordo. Sin embargo, el avión nunca empezó a rodar.
Una hora después, pasadas las dos de la mañana, la aeronave seguía en su punto de partida y la tripulación pidió a Don Felipe y al resto de pasajeros que abandonaran el avión con el fin de poder revisar una pieza. En ese momento, todo parecía indicar que se trataba de una revisión rápida , puesto que se recomendó que los equipajes de mano se quedaran en la cabina.
A pie de pista
La delegación, integrada entre otros por el secretario de Estado de Cooperación Internacional, Jesús Gracia , y de Comercio, Jaime García-Legaz , caminó hasta el pabellón de autoridades, situado a pie de pista. El Príncipe prefirió quedarse a bordo del avión.
Pasadas las cuatro y media de la mañana los mecánicos detectaron la pieza defectuosa del avión, que afectaba al funcionamiento del sistema flap (los alerones que se despliegan en el despegue y aterrizaje, así como durante el vuelo). En concreto, se trataba de un sensor que provocaba un cortocircuito en uno de los flaps del ala izquierda. En ese momento, los técnicos decidieron sustituir la pieza averiada por la del otro avión gemelo que tiene la Fuerza Aérea Española, que se encontraba sometido a una revisión en la base aérea de Getafe. Los mecánicos estimaron que la canibalización de la pieza, su traslado y su sustitución llevaría unas dos horas más, pero el proceso se prolongó bastante más tiempo.
A muy bajas temperaturas, de alrededor de cero grados centígrados, y alumbrados por linternas, los mecánicos estuvieron durante toda la noche tratando de reparar la avería en el ala izquierda del avión, mientras la delegación aguardaba en tierra a la espera de novedad. Unos aprovechaban para dar una cabezadita en los sofás. Otros dudaban entre tomar café descafeinado —para poder conciliar después el sueño en el avión— o despejarse con café normal, ante el panorama de incertidumbre. « Menos mal que no he llegado a tomarme el Orfidal para dormir en el vuelo» , se oía. Las autoridades esperaban pacientemente la información del piloto y los mecánicos del avión y los periodistas enviaban crónicas. Incluso, uno de ellos transmitió por televisión imágenes robadas con su móvil de quienes pegaban cabezaditas, lo que se interpretó como un abuso de confianza.
Pasadas las ocho de la mañana, el piloto regresó al pabellón de autoridades: «No salimos», afirmó y explicó que el avión no reunía las condiciones de seguridad necesarias. El Príncipe bajó del avión y en el pabellón se despidió de toda la delegación. Lamentó la suspensión del viaje y agregó: «Es la primera vez que me pasa, y ya tengo unos añitos».
Ver comentarios