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Manuel Marín

La perversión de votar a ciegas

«Votar a ciegas, sin saber exactamente para qué será cada voto, es una perversión»

MANUEL MARÍN

La campaña agoniza entre el mantra de que quien no participa en un debate es por sistema su ganador, y la desesperación por captar votos entre los indecisos. El CIS calculó la cifra de votantes dudosos en un 40 por ciento. Es de suponer que ... haya descendido mucho, pero nadie sabe en qué cuantía. Sin embargo, sí hay una primera conclusión de esta campaña. Su enunciación parece de perogrullo, pero sus consecuencias son aún una incógnita: siendo, como parece, la legislatura de los pactos que entierren el bipartidismo, resulta un insulto al electorado que ningún votante conozca aún, antes de acudir a las urnas, qué alianzas defenderá cada uno si se cumplen los pronósticos de los sondeos y vence el PP con una mayoría insuficiente. El votante puede intuir maniobras y pactos oscuros gracias a los antecedentes de las elecciones de mayo. Pero ningún candidato ha dedicado un solo minuto a revelar qué votaría en la investidura del nuevo presidente si resulta que él no es el aspirante más votado. Presumen de lo que no harán -y a menudo engañan-, pero ocultan qué harán.

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