Elecciones Galicia
Galicia decide entre Feijóo o un multipartito para atajar la crisis
La campaña del miedo promovida por la izquierda pondrá hoy a prueba la participación en los comicios
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Iniciar sesiónNo va más. Galicia decide hoy a quién entrega el timón para navegar por la adversa crisis que ha desatado la pandemia de coronavirus. En las urnas, la siguiente dicotomía: seguir confiando en la gestión de Alberto Núñez Feijóo, quien ha empuñado las riendas de ... la Xunta durante los últimos 11 años, incluidos los meses bajo el estado de alarma, y busca su cuarta mayoría absoluta; o dar un volantazo y apostar por una amalgama de partidos que aglutinan a la izquierda , el nacionalismo y las distintas escisiones del populismo. Un «mejunje», un «experimento» con políticos bisoños que no saben lo que es gobernar.
La izquierda no ha dudado en enturbiar la recta final de la campaña, utilizando el rebrote en La Mariña lucense para agitar el discurso del miedo, buscando frenar la movilización del electorado del PP; y, en paralelo, tratar de erosionar la imagen de gestión de la pandemia de la Xunta, aplaudida, incluso, desde el Gobierno central. Una estrategia que prolonga la reacción airada al anuncio de que, con el respaldo de informes clínicos, el momento más idóneo para retomar el proceso electoral era el inicio del verano. A la oposición nunca le ha temblado el pulso para utilizar temas tan sensibles como la salud a modo de ariete . Ya sucedió meses atrás con el cierre de un paritorio en Verín, por falta de pediatras; se acusó a la Xunta de desproteger a mujeres y niños.
Feijóo ha evitado las estridencias y bajar al barro hasta que se ha visto obligado a salir al paso de las insinuaciones de la izquierda y sus reclamaciones de suspender el 12-J en A Mariña. Al candidato a la reelección le avala aquello de lo que carecen sus rivales: experiencia y gestión. Cogió la Xunta en la época de las vacas flacas económicas y la sacó del furgón de cola , hasta que tocó lidiar con una la crisis de la Covid, en la que Galicia fue la primera en acceder a la nueva normalidad. Feijóo tiene un programa no de partido, sino de gobierno, y está en condiciones de aplicarlo desde mañana. No puede decir lo mismo, ha advertido sistemáticamente, una oposición que ni aportará sus «certezas» ni gozará de libertad para actuar con la premura que requiere la peor recesión desde la Guerra Civil.
Del otro lado, un puñado de hasta diez partidos que concurren bajo una sopa de siglas. Se presentan por separado pero saben que, de facto, desde que se inicie el recuento de los votos, las calculadoras echarán humo para comprobar si dan los números y pueden constituirse en el bautizado como «multipartito». Una puesta al día del viejo «bipartito» de PSOE y BNG en el que entrarían los rupturista s, ahora diseminados entre Podemos, Izquierda Unida y las distintas facciones de lo que fue En Marea.
En campaña se han cuidado de verbalizarlo -salvo Galicia en Común, marca gallega de Podemos-, pero de no obtener Feijóo mayoría absoluta, a partir de mañana se abrirá un imprevisible proceso de negociaciones. Con la incógnita de quién llevará la voz cantante: aunque por debajo del 20%, las encuestas señalan como líder de un pacto de perdedores al socialista Caballero, bajo amenaza de un posible sorpasso del BNG de Pontón. En cualquier caso, la debilidad de unos y otros –podría darse que ninguno llegue a los 20 escaños, de un total de 75–, augura un toma y daca nada sencillo . Aderezado con previsibles tensiones para acomodar los respectivos idearios. Caballero se ha cuidado mucho de subrayar que el no es «nacionalista», frente a las veleidades de Bloque y Podemos de aspirar a un nuevo «estatus» para Galicia.
Los temas sobre la mesa
Las urnas marcarán el devenir de Galicia durante los próximos cuatro años y, probablemente, a lo largo de la década. Desde el Gobierno central, del presidente a sus ministros, se han encargado de subrayar durante la campaña que ansían que en la comunidad haya un Ejecutivo «aliado»; borrar el azul PP para que, desde la esquina superior izquierda del mapa, desaparezca una voz crítica y reivindicativa como la de Feijóo. A Pedro Sánchez le iría mucho mejor con Caballero , absolutamente entregado a su jefe de filas, incapaz de anteponer los intereses de los gallegos a los de su partido; apuntalado por Podemos, que en Galicia también se cuida de no levantar ampollas con Pablo Iglesias. También tienen un amigo en el BNG, que apoyó la investidura de Sánchez a cambio de tibios compromisos (incumplidos).
De no obtener Feijóo un respaldo amplio, hasta 2024 tendría el Gobierno de coalición una Xunta dócil , que dejaría de dar la batalla en la reclamación de la deuda pendiente (370 millones de euros); el futuro de Alcoa, Alu Ibérica, As Pontes, Meirama, Navantia; la aprobacion del estatuto para la industria electrointensiva; la llegada del AVE; la transferencia de la AP-9 y la AP-53; el levantamiento de la tasa de reposición en Sanidad y Educación; o el apoyo al Xacobeo 2021. Por el contrario, una nueva mayoría absoluta del PP dejaría en pie un contrapeso a PSOE-Podemos, y serviría de lanzadera a la remontada que busca Pablo Casado.
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