el quinto en la discordia
(Pen) último capítulo de la opa de BBVA
El banco vasco se ve obligado a mejorar la oferta sobre el Sabadell para no descarriar la operación
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Iniciar sesiónEn los próximos días conoceremos si finalmente el BBVA sube la oferta sobre el Sabadell. Se agotan los plazos. Toca presentar el folleto de la oferta a la CNMV y no queda otra que ponerle el cascabel al gato. Desde que se filtró ... el interés del banco vasco por el catalán, hace más de un año, han pasado muchas cosas, pero lo principal no ha cambiado: BBVA necesita crecer en España y no hay alternativa a la operación con Sabadell. Por esto, y a pesar de los mensajes algo contradictorios que han podido lanzar los principales ejecutivos del banco, van a subir la oferta.
Se trata más de una cuestión más de oportunidad que de rentabilidad –aunque tampoco, como ahora veremos, una eventual subida de la oferta echa por tierra el retorno de la operación–. No hay ninguna otra entidad en España que permita a BBVA incrementar un 50% su presencia en su principal mercado en un país un desarrollado que, además, es el que mejor conoce y en el que, ciertamente, había perdido comba en los últimos años.
Bueno, sí hay una alternativa por lo menos teórica: Bankinter. Pero cualquiera que conozca un poco los pormenores del sistema financiero español no creo que considere esta operación ni siquiera planteable. No es que Bankinter no vaya a cambiar de manos en algún momento –podría ser, no es probable, pero es una familia la que decide–, pero en ningún caso eso pasaría por el BBVA.
Desde el punto de vista del retorno de la operación, una eventual mejora de, por ejemplo, 2.000 millones de euros en la opa al Sabadell, para un banco del tamaño del vasco tampoco debería ser nada insalvable. Esa cantidad es lo que gana el banco en un solo trimestre. Evidentemente los ratios se deteriorarían algo, pero nada que debiera poner en riesgo la operación sobre todo si tenemos en cuenta que no hay alternativa en la banca española.
Además, hay que tener en cuenta cómo ha sido el proceso desde que se anunció la operación. La falta de pericia de los ejecutivos del BBVA sumada a la habilidad de los del Banco Sabadell ha hecho que la operación trascienda el ámbito de los negocios.
El coste para los responsables del BBVA de un eventual descarrilamiento de la operación, visto lo visto en los últimos 15 meses en los que lleva prolongada la transacción financiera entre ambos bancos, no parece asumible.
El problema no es Nvidia
Contra todo pronóstico, los resultados de Nvidia no han provocado grandes reacciones en el mercado. Quienes pensaban que podría ser el catalizador de una corrección del controvertido sector tecnológico americano se equivocaron. Y probablemente es que los que esperaban que unos resultados trimestrales pudieran cambiar las cosas es que estaban mirando el dedo en vez de a la luna.
El problema para el mercado no es que las ventas de la compañía de chips americana dejen de crecer al ritmo al que vienen incrementándose, sino todo lo que ha crecido y lo que va a seguir creciendo. Las ventas de Nvidia –las de los últimos años y las de los que vienen– certifican la enorme cantidad de dinero que muchas compañías han invertido en el desarrollo fundamentalmente de los centros de datos. Y el problema es si el retorno que han hecho las empresas que en el argot se conocen como hiperescalares en el desarrollo de estas infraestructuras va a justificar el precio que el mercado paga actualmente por estas compañías tecnológicas.
Al igual que pasó a finales de los años 90 con el impulso de las compañías de internet, la avalancha de dinero en el soporte de esta revolución –entonces fue el cable– acabó descarrilando porque los retornos de este desarrollo no lo sostenían. Como ya ocurrió, en los últimos años ha habido un fortísimo incremento de inversión en capital que a estas alturas ya resulta difícilmente justificable en términos de retorno.
Y también se trata de una asignación ineficiente del capital por parte de los protagonistas de esta revolución que ha venido motivado por el miedo a perder el tren. Saben muy bien que quien pega primero pega dos veces y que el ganador se queda con todo. La gran diferencia con la crisis del 2000 es que las compañías que están liderando este proceso nadan en la abundancia. En cierta medida es una transferencia de riqueza entre las que tienen mucha caja a otras con mucha menos caja. Habrá ganadores y perdedores, pero la infraestructura prevalecerá porque la IA solo tiene un camino.
Y el mercado, como siempre, se ha pasado de frenada a la hora de poner en precio estos eventuales retornos y en algún momento se topará con la realidad. Probablemente lo menos disparatado de las valoraciones que vemos sean las 30 veces ventas de Nvdia. Sus microprocesadores los van a seguir utilizando las compañías que al final de la fiesta sigan bailando. Y esas son las realmente difíciles de identificar.
Vuelta al cole
Hoy, primer día de septiembre, muchos estarán volviendo al pupitre. Para la comunidad inversora las cosas no han cambiado mucho en las últimas semanas. Si acaso se han acelerado. La guerra comercial continúa con nuevos capítulo de la mano de Trump. Tras el trágala que ha impuesto a sus socios, en los últimos días ha entrado en escena la Justicia al cuestionar la idoneidad de Trump para legislar en esta materia. Los defensores de Trump continúan enrocados en que los aranceles de momento no han impactado ni los precios ni la actividad. Habrá que ver que dicen cuando se vean las primeras señales de que las cosas se tuercen. Entretanto, el matón americano ha seguido con sus injerencias a la FED y ha ido un paso más a allá tomando una participación en una importante compañía (Intel) en una clara muestra de sus políticas económicas son cualquier cosa menos liberales. No creo que el capitalismo de Estado venga en los libros Hayek o von Misses.
En Europa, Francia sigue tensando la cuerda. Su primer ministro está con un pie fuera porque su ortodoxia económica no cuenta con respaldo en un Parlamento deslavazado mientras que su prima de riesgo se acerca a la italiana y griega. Hace tiempo superó a la portuguesa y española.
El buen comportamiento de los índices en agosto no ha opacado el principal debate en torno a la posible burbuja en la valoración de un grupo de compañías tecnológicas americanas, con gran peso en los índices y unas valoraciones que, como dirían los cursis, son cuando menos exigentes.
Y, a todo esto, la Bolsa española ha hecho nuevos máximos para sorpresa de muchos que siguen entonando aquello de que cómo puede ser que con la que está cayendo en la política, la bolsa no pare de subir. A lo mejor es porque la realidad política y económica, y en concreto de los mercados, tienen poco que ver. Tal y como están los ánimos, probablemente los 16.000 causen la misma sorpresa porque sacar la cabeza de la centrifugadora de la política no es tarea fácil.
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