No es la marea roja
La previsible catarsis del partido de Trump también va ayudar a que dejemos atrás el frentismo en el que llevan demasiado tiempo instalados
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Iniciar sesiónLos demócratas han ganado el Senado y al parecer van a perder el Congreso por la mínima. Y, sí, son buenas noticias. Han llegado con retraso -qué bien les vendría que el conteo se lo hiciera la española Indra- y no están ausentos de polémicas. ... Y no lo son no porque los republicanos hayan obtenido un resultado mucho peor de lo que esperaban -que desde luego así ha sido-, sino porque Trump ha perdido el plebiscito que él había montado en torno a esta votación. Y que prácticamente podamos hoy descartar que Trump se vuelva a presentar es un gran alivio para todos. No sé qué hubiera podido ser de nosotros en una segunda temporada con la bestia rubia como protagonista.
Los demócratas han logrado este resultado con un presidente Biden que no despierta pasiones y eso probablemente sea lo mejor. Que la política en Estados Unidos se vaya desapasionando es una buena noticia para el mundo. La primera democracia del mundo es el espejo en el que nos miramos todos y si el resultado de hace unos días supone el punto y aparte de la deriva de los últimos años es un dato para la esperanza.
La previsible catarsis del partido de Trump también va ayudar a que dejemos atrás el frentismo en el que llevan demasiado tiempo instalados. Un nuevo líder del partido republicano cortara la deriva del partido conservador americano, en el que ultimamente campaban a sus anchas personajes de lo más pintorescos que además tenían su réplica en el extremo contrario.
En el plano económico e internacional son también buenas noticias. La vuelta al multilateralismo y a un liderazgo americano sensato y previsible es bueno para el mundo. Estados Unidos recupera -está de hecho ya recuperando- peso en el orden internacional, lo que es bueno para ellos y para sus aliados -aunque también hay que reconocer que Putin ha puesto de su parte-.
Los planteamientos del presidente Biden han sido los correctos. Y sin estridencias ha encarado importantes desafíos. Probablemente, sea el refrendo a estas políticas por así llamarlas más convencionales lo más esperanzador del resultado de estas elecciones. La población americana ha votado por el aburrido y viejo Biden que desde luego no es Thomas Jefferson, Kenedy o Clinton, para pasar página a un periodo convulso de política americana que culminó con el asalto al Capitolio. Sobrevivímos una vez a Trump y lo hubiéramos vuelto sin ninguna duda a hacer. Pero lo bueno de que nos lo vayamos a ahorrar es que constata que el péndulo del populismo en la democracia americana está desandado el camino andado, con lo que eso supone para todos los demás.
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